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martes, 21 de diciembre de 2010

Miedo al exito

Miedo al éxito
Todos perseguimos el éxito. Pero no todos podemos disfrutarlo cuando llega. A algunos les da culpa, miedo, malestar. Otros le tienen tanto temor que se encargan de sabotearlo justo antes de que se concrete. Freud los llamó “los que fracasan cuando triunfan”. Por qué para algunas personas ganar significa perder.

(Revista Luna) - Hay personas que cuando obtienen un logro, lejos de disfrutarlo, experimentan culpa, malestar o directamente comienzan a sabotearse hasta que lo hacen trizas. Son “los que fracasan al triunfar”, a quienes Sigmund Freud dedicó un artículo en el que describe minuciosamente este rasgo de personalidad.
La calle está llena de ejemplos. Es gente que lucha por conseguir una meta, pero cuando está a punto de llegar a ella, comete alguna barbaridad, una extravagancia o simplemente renuncia o se enferma. ¿Por qué lo hacen?
El padre del psicoanálisis fundamentó este fenómeno en la sexualidad infantil y el complejo de Edipo. La esencia del éxito consiste en haber llegado más lejos que el propio padre, siendo esto algo prohibido –explica la psicoanalista Iris Pugliese, del Centro Psicoanalítico Argentino–. De allí el intenso sentimiento de culpa y la necesidad de pagar por ello.”
No está de más agregar que el modo a través del cual se llegó a una situación exitosa, si bien no tiene que ver con los conflictos de la infancia, contribuirá a que la persona se sienta digna y merecedora de su logro y lo pueda sostener y disfrutar.
El cuco del éxito
En general, se considera que las personas exitosas son extremadamente ambiciosas, egoístas, crueles, frías, calculadoras y seguramente deshonestas. “¿Quién querría ser exitoso para tener esta imagen?”, se pregunta la terapeuta Kandela Matus, quien coordina un taller sobre El miedo al éxito en el Centro de Apoyo Psicológico (CEAP).
Lo cierto es que, muchas veces, el éxito asusta, porque implica crecer y asumir mayores compromisos.
“Esto les pasa, por ejemplo, a los estudiantes eternos que nunca terminan de recibirse. Porque saben que si lo hacen dejarán su papel de hijos y tendrán que independizarse o afrontar un desafío mayor en lo profesional”, dice Matus. Pero también les ocurre a las personas que tienen una posición segura, aunque no muy ventajosa en el trabajo, y aunque saben que podrían obtener mayor éxito lanzándose por cuenta propia no se animan a ser emprendedores.
Sobreponerse al miedo
Las historias de personas exitosas están, paradójicamente, llenas de fracasos. Pero tienen en común la perseverancia, cierta dosis de audacia y gran sentido de la realidad.
Lo importante es que no todos los que lograron algún éxito personal o profesional debieron renunciar a otras facetas de su vida como los afectos y la salud.
Es que el éxito “no tiene sólo que ver con lo material –dice Nora Fusillo– sino también con valorar y disfrutar lo que uno tiene sin entrar en esto de que es poco o mucho. Es cumplir con un propósito trascendente en la vida”.
Tampoco es cierto que haya que partir de una posición ventajosa sino más bien todo lo contrario. La historia de Alcira Montero (50), hoy representante de una compañía internacional de cosmética natural, así lo confirma. Alcira armó su empresa de la nada. Enviudó a los 37, con dos hijos de 14 y 10 años, y al poco tiempo perdió el trabajo que tenía como empleada en una compañía de seguros. “Estos golpes difíciles a veces te dan la oportunidad de cambiar. A partir de estas dificultades, yo empecé un trabajo interior”, cuenta. Mientras buscaba cómo sustentarse económicamente –probó reubicarse en lo mismo, pero no hubo caso–, Alcira empezó a hacer cursos, uno de ellos de cosmetología. “Y así surgió este proyecto, que pude realizar gracias al apoyo de muchas personas, familia y amigos. Hoy disfruto de un trabajo que me gusta, mis hijos crecieron y tengo una nieta. Me siento exitosa por ello”, asegura.
Los libros de autoayuda y los gurúes del éxito aseguran que no es para unos pocos sino que está al alcance de todos. Para lograrlo, hace falta perderle el miedo.
Foto: Revista Luna

lunes, 13 de diciembre de 2010

Pensión no contributiva 2010

¿Qué es la pensión no contributuiva?

La Pensión no Contributiva de Invalidez contempla a todos los ciudadanos en situación de invalidez y en estado de necesidad y les asegura una prestación económica, asistencia médico-farmacéutica gratuita y servicios sociales complementarios, aunque no se haya cotizado o se haya hecho de forma insuficiente para tener derecho a una Pensión Contributiva.

Sigue así:

Compatibilidad de la PNC con el trabajo remunerado

De conformidad con la Ley 8/2005, de 6 de junio, para compatibilizar las pensiones de invalidez en su modalidad no contributiva con el trabajo remunerado, en el caso de personas que con anterioridad al inicio de una actividad lucrativa vinieran percibiendo PNC de Invalidez, durante los cuatro años siguientes al inicio de la actividad, la suma de la cuantía de la pensión de invalidez y de los ingresos obtenidos por la actividad desarrollada no podrán ser superiores, en cómputo anual, al importe, también en cómputo anual, del Indicador Público de Renta de Efectos Múltiples (IPREM) vigente en cada momento. En caso de exceder de dicha cuantía, se minorará el importe de la pensión en el 50 por 100 del exceso sin que, en ningún caso, la suma de la pensión y de los ingresos pueda superar 1,5 veces el IPREM.

¿Quién se puede beneficiar de una PNC?

Pueden ser beneficiarios de la PNC de Invalidez los ciudadanos españoles y nacionales de otros países, con residencia legal en España que cumplen los siguientes REQUISITOS:
1. Carecer de ingresos suficientes
Existe carencia cuando las rentas o ingresos de que se disponga, en cómputo anual para 2010, sean inferiores a 4.755,80 € anuales.

No obstante, si son inferiores a 4.755,80 € anuales y se convive con familiares, únicamente se cumple el requisito cuando la suma de las rentas o ingresos anuales de todos los miembros de su Unidad Económica de Convivencia, sean inferiores a las cuantías que se recogen a continuación:

1. Convivencia sólo con su cónyuge y/o parientes consanguíneos de segundo grado:
2.
....Nº convivientes......€/Año
......2........................8.084,86
......3......................11.413,92
......4......................14.742,98
...
3. Si entre los parientes consanguíneos con los que convive se encuentra alguno de sus padres o hijos:
4.
....Nº convivientes......€/Año
......2.......................20.212,15
......3.......................28.534,80
......4.......................36.857,45
...

2. Específicos de la propia Pensión no Contributiva de Invalidez
a. Edad: Tener dieciocho o más años y menos de sesenta y cinco.
b. Residencia: Residir en territorio español y haberlo hecho durante un período de cinco años, de los cuales dos han de ser consecutivos e inmediatamente anteriores a la fecha de la solicitud.
c. Discapacidad: Grado de discpacidad igual o superior al 65%.

El derecho a Pensión no Contributiva de Invalidez no impide el ejercicio de aquellas actividades laborales, sean o no lucrativas, compatibles con la discapacidad del pensionista y que no representen un cambio en su capacidad real para el trabajo.

Compatibilidad con otras ayudas

La Pensión no Contributiva de Invalidez es incompatible con la PNC de Jubilación, con las Pensiones Asistenciales (PAS) y con los Subsidios de Garantía de Ingresos Mínimos y por Ayuda de Tercera Persona de la Ley de Integración Social de los Minusválidos (Lismi), así como con la condición de causante de la Asignación Familiar por Hijo a Cargo con Discapacidad.

De acuerdo con lo dispuesto en la disposición adicional decimosexta de la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia, desde el 1 de enero de 2007, de la cuantía de la pensión integra calculada en cómputo anual, se deducirán las rentas o ingresos del pensionista que excedan del 25% del importe íntegro de la pensión, es decir, de 1.188,95 € anuales.

Si el pensionista cuenta con rentas propias inferiores a 1.188,95 € en el año 2010, no verá reducida la cuantía de su pensión por tal causa.

Por otra parte si el pensionista contase con rentas propias superiores a 1.188,95 € en el año 2010, sólo le será reducida su pensión por los ingresos que excedan de 1.188,95 €.

Actualización de las pensiones para 2010

La Ley 26/2009, de 23 de diciembre, de Presupuestos Generales del Estado para el año 2010 y el Real Decreto 2007/2009, de 23 de diciembre, sobre revalorización de las pensiones del sistema de la Seguridad Social y de otras prestaciones sociales públicas para el ejercicio 2010, establece la revalorización de las pensiones de la Seguridad Social en su modalidad contributiva y no contributiva para dicho año, así como la de otras prestaciones de protección social pública.

Las PNC experimentan un incremento del 1%, quedando su cuantía fijada en 4.755,80 € íntegros anuales, que se abona en 12 mensualidades más dos pagas extraordinarias al año, por lo que se actualiza la cuantía de ingresos suficientes que limita el acceso y mantenimiento del derecho a las mismas.

La cuantía individual actualizada para cada pensionista se establece, a partir del citado importe, en función de sus rentas personales y/o de las de su unidad económica de convivencia, no pudiendo ser la cuantía inferior a la mínima del 25% de la establecida.

Los pensionistas de PNC de invalidez cuyo grado de discapacidad sea igual o superior al 75% y acrediten la necesidad del concurso de otra persona para realizar los actos esenciales de la vida, percibirán además un complemento del 50% de los 4.755,80 € anuales, fijado en 2.377,90 € anuales.
Cuantías básicas para 2010..........Cuantía Anual .........Mensual
Íntegra..........................................4.755,80 €.............339,70 €
Mínima 25%..................................1.188,95 €..............84,93 €
Íntegra más Incremento 50%...........7.133,70 €............509,55 €

Cuando dentro de una misma familia conviva más de un beneficiario de pensión no contributiva, la cuantía individual para cada uno de ellos es la siguiente:
Nº Beneficiarios .......Anual.................Mensual
....2.......................4.042,43 €............288,75 €
....3.......................3.804,64 €............271,76 €

Regularización para los ya pensionistas en 2009 y revisión de las pensiones

En el capítulo III del Título IV de la Ley 26/2009, de 23 de diciembre, de Presupuestos Generales del Estado para 2010, relativo a la revalorización y modificación de los valores de las pensiones públicas, se establece un incremento de las mismas para el año 2010 de un 1%, lo que garantiza el poder adquisitivo de los pensionistas.

El uso adecuado de los recursos públicos debe quedar garantizado, por ello los pensionistas están obligados a:

- Comunicar al Organismo que gestiona su pensión las variaciones en su convivencia, estado civil, residencia, recursos económicos propios y/o familiares, y cuantas otras puedan tener incidencia en la conservación del derecho o en la cuantía de su pensión.
- Presentar anualmente declaración de sus rentas o ingresos y de los de su unidad familiar de convivencia en impreso-formulario que a ese fin se le remita por el Organismo Gestor de su pensión.

Conforme a los datos declarados por los pensionistas y los disponibles por la Administración se procede a la regularización de los importes percibidos en 2009 y se establece el importe de la pensión a percibir en el año 2010, si la revisión diera lugar a la modificación de la cuantía actualizada inicialmente.

Los importes que resulten indebidamente percibidos por el incumplimiento de las citadas obligaciones tienen que ser devueltos por sus perceptores.

A su vez, las Administraciones Públicas tienen el deber y el derecho de establecer los mecanismos de control oportunos para evitar cualquier utilización indebida de las prestaciones sociales; controles que se efectúan tanto con carácter previo al reconocimiento de la pensión como con posterioridad periódica y anualmente.

El Registro de Prestaciones Sociales Públicas en el que se inscriben todas las pensiones públicas, incluida la PNC de Invalidez, es un instrumento básico de la gestión pública de protección social al posibilitar el seguimiento y control permanente del derecho a las prestaciones y sus percepciones.

El derecho a seguir percibiendo una Pensión no Contributiva de Invalidez se extingue cuando se deja de reunir alguno de los requisitos exigidos para su reconocimiento.

¿Dónde solicitar la pensión no contributiva?

La gestión y reconocimiento del derecho a percibir una Pensión no Contributiva se realiza por las Comunidades Autónomas que tienen transferidas las funciones y servicios del Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso). En las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla se hacen directamente por el Imserso.

Se financian con cargo al presupuesto del Estado, mediante transferencias de crédito al de la Seguridad Social.

La solicitud de pensión podrá presentarse personalmente en las oficinas de los Servicios Sociales de las Comunidades Autónomas, del Imserso o en cualquier otra de la Seguridad Social, en las que se facilitará el impreso correspondiente, o por correo. Se acompañará de:
• Fotocopia del DNI
• Fotocopia del pasaporte y/o permiso de residencia en el caso de nacionales de otros países.

DESCARGAR IMPRESOS DE SOLICITUD

*

Solicitud de PNC de Invalidez
Cumplimente la solicitud e imprima 2 copias: la primera seleccionando en la casilla de la parte inferior derecha de la página 4 «EJEMPLAR PARA LA ADMINISTRACIÓN» y la segunda seleccionando «EJEMPLAR PARA LA PERSONA INTERESADA
Descarga de Solicitud de Pensión de Invalidez no Contributiva en formato PDF
*

Solicitud de PNC de Jubilación
Cumplimente la solicitud e imprima 2 copias: la primera seleccionando en la casilla de la parte inferior derecha de la página 3 «EJEMPLAR PARA LA ADMINISTRACIÓN» y la segunda seleccionando «EJEMPLAR PARA LA PERSONA INTERESADA
Descarga de Solicitud de Pensión de Jubilación no Contributiva en formato PDF
*

Solicitud complemento titulares PNC que residan en una vivienda alquilada para DD.TT. del Imserso de Ceuta y Melilla
Cumplimente la solicitud e imprima 2 copias: la primera seleccionando en la casilla de la parte inferior derecha de la página «EJEMPLAR PARA LA ADMINISTRACIÓN» y la segunda seleccionando «EJEMPLAR PARA LA PERSONA INTERESADA
Desgarga de modelo de solicitud para las DD.TT. del Imserso de Ceuta y Melilla en formato PDF
*

Solicitud R.D. 1371/2009, complemento titulares PNC que residan en una vivienda alquilada (Anexo)
Cumplimente la solicitud e imprima 2 copias: la primera seleccionando en la casilla de la parte inferior derecha de la página «EJEMPLAR PARA LA ADMINISTRACIÓN» y la segunda seleccionando «EJEMPLAR PARA LA PERSONA INTERESADA
Desgarga de modelo de solicitud del Real Decreto 1371/2009, de 13 de agosto, (Anexo) en formato PDF

Direcciones y teléfonos de información de las Direcciones Territoriales del Imserso de las Comunidades Autónomas.

MADRID:
Dirección General de Servicios Sociales
c/ Alcalá, 63, c/v P. Muñoz Seca, 2 - C.P. 28014
Tfno.: 914 206 904 y 914 206 900
Correo-e: oficina.atencion.ciudadano@madrid.org
Web: http://www.madrid.org

* Andalucía
* Aragón
* Asturias
* Illes Balears
* Euskadi
* Canarias
* Cantabria
* Castilla-La Mancha
* Castilla y León
* Catalunya
* Ceuta
* Extremadura
* Galicia
* Madrid
* Melilla
* Murcia
* Navarra
* La Rioja
* Comunitat Valenciana


Folleto de Pensiones no contributivas 2010
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Resumen de aplicación de las pensiones no contributivas de la seguridad social: Año 2010
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viernes, 10 de diciembre de 2010

Amaxofobia o miedo a conducir

Sudores, taquicardias, respiración agitada y entrecortada, temblores, malestar de estómago, cefaleas, vértigos o agarrotamiento muscular son los síntomas habituales de los estadios de ansiedad y los más comunes de las personas que, por distintos motivos, temen ponerse al volante de un vehículo. Este pavor a conducir se conoce como amaxofobia y, pese al desconocimiento que sobre el tema se tiene en la sociedad en general, afecta al 33% de los conductores.

* Autor: Por MARÍA RODRÍGUEZ
* Fecha de publicación: 23 de marzo de 2005

¿Qué es y a quién afecta?

La amaxofobia no es otra cosa que el miedo a conducir, "resultado de un proceso en el que la persona percibe el tráfico como una amenaza, siente a los demás conductores como peligrosos y se siente incapaz de afrontar el reto de conducir", explica Javier Díaz, psicólogo clínico, profesor de autoescuela. Como en otros trastornos fóbicos, la respuesta huida-evitación produce en la persona una sensación de alivio de la ansiedad, que se mantiene por refuerzo negativo. Esta respuesta puede llegar a ser tan poderosa que se vive como la única para hacer frente al problema. Sin embargo, pese a tratarse de una fobia, "no se puede hablar de una fobia general, ya que no tiene carácter generalizado en la sociedad, como puede ser el miedo a volar", explica Tomás Santa cecilia, psicólogo y director del departamento de Seguridad Vial del RACE, real Club Automovilístico de España.

Un estudio llevado a cabo recientemente por el Instituto MAPFRE de Seguridad Vial asegura que el 64% de las mujeres y el 36% de los varones conductores sufren esta patología que se manifiesta generalmente en forma de ansiedad y estrés. "La mayoría de las mujeres que tienen fobia a la conducción tienen entre 30 y 40 años. Son conductoras habituales, usan el automóvil ocasionalmente en vías urbanas y sienten pánico a las autovías y autopistas", detalla Javier Díaz, quien añade que también son propensas a sufrir estas crisis "las que llevan mucho tiempo sin ponerse al volante y que, por necesidades laborales o personales, tienen que volver a hacerlo". En cuanto a los hombres, el 25% de los varones con amaxofobia tiene una edad media de 35 años.

No obstante, es importante no confundir el miedo con el respeto y tener en cuenta que es normal sentir un cierto temor a conducir, puesto que al salir a la carretera siempre se corre un cierto riesgo. El problema surge cuando este miedo se lleva hasta la exageración. Según el estudio MAPFRE, "las mujeres son conscientes de situaciones en las que tienen miedo a conducir antes que los hombres", pese a que en ellos es mucho más evidente la relación entre miedo a conducir y los accidentes de tráfico. En los varones, haber sufrido o presenciado un accidente representa el 40% de las causas que les impiden volver a sentarse al volante, mientras que en ellas, sólo alcanza el 25%. Además, los hombres sufren más en silencio esta fobia que las mujeres "sobre todo, porque conducir es un acto de virilidad y les avergüenza confesar que sienten miedo a coger un coche", tal y como recoge el estudio.

El miedo a conducir se ha considerado como una manifestación, entre otras, de un trastorno más general denominado agorafobia, que hace referencia a aquellas manifestaciones de angustia excesiva que producen las situaciones que no permiten escapar de ellas. Causas más comunes

Tal y como explica Tomás Santa Cecilia, desde el RACE, "las causas pueden ser diversas y pueden aparecer en cualquier etapa de la vida ante un episodio traumático". Y es que "no existe una respuesta contundente que explique dónde está o cuál es el origen de este miedo a conducir. Siempre nos queda la duda de si la persona estaba predispuesta por otros factores psicológicos a la aparición de la misma", corrobora Javier Díaz. No obstante, este psicólogo explica que hay tres situaciones que ha estudiado como desencadenantes habituales de esta fobia. Son las siguientes:

Aparición de ataques de pánico. En esta categoría se agrupan la mayoría de los amaxofóbicos. Muchos de ellos llevaban años conduciendo sin haber experimentado síntoma alguno hasta que surge de repente y, aparentemente, sin motivo alguno. "A raíz de sufrir una primera crisis de ansiedad o estrés, se van desarrollando nuevas manifestaciones como el miedo a volver a experimentar un ataque, pensamientos ansiógenos ante ciertas situaciones generadas por el tráfico y, pensamientos de pesimismo acerca de la capacidad de controlar su miedo y sobre uno mismo". Esta forma de pensar "beneficia" el mantenimiento del miedo y bloquea a la persona.

Los accidentes de tráfico. En muchos casos son de por sí traumáticos, "no siempre generan los mismos resultados. Según la intensidad del incidente, es normal sufrir una crisis aguda de estrés de relativa duración, aunque en algunos casos se prolonga generando un trastorno denominado estrés postraumático y desembocando en la amaxofobia", explica Díaz.

La deficiente preparación de los conductores. Genera otro tipo de miedo que hace que con el paso del tiempo las personas dejen de conducir por sentirse inseguros de lo que hacen. Además, en el caso de las mujeres, la amaxofobia va ligada en un alto porcentaje de los casos a padres o maridos exigentes y/o dominantes, que les debilitaron la autoestima, y a primeras experiencias con un alto grado de estrés y ansiedad.

Pero, además de los factores intrínsecos de uno mismo, hay circunstancias ajenas al conductor que pueden provocar la aparición de esta patología. "Conducir bajo factores climatológicos adversos, condiciones de tráfico denso, circulación nocturna, la responsabilidad de llevar ocupantes en el coche, sobre todo niños, desplazarse en un vehículo con poca potencia o prestado" son situaciones que predisponen a la amaxofobia, según la investigación del Instituto MAPFRE de Seguridad Vial. Cómo afrontarlo

El principal problema de la amaxofobia es que limita la libertad de las personas, su forma de actuación y su estilo de vida, ya que en muchas ocasiones se acaban abandonando actividades de ocio con tal de no utilizar el vehículo. El miedo es el resultado de una serie de ideas que lo desencadenan, "ideas que activan reacciones emocionales, fisiológicas y motoras que se manifiestan en una conducta que lleva a evitar la situación temida", asegura Díaz. Las personas amaxofóbicas tienden a anticipar lo que les va a ocurrir, lo que no favorece la mejora de la situación. "No piensan con claridad e interpretan todo como una agresión", añade.

Muchas personas que sufren esta fobia tratan de corregirla volviendo a la autoescuela a recibir clases, pidiendo ayuda a familiares y, en algunos casos, acudiendo a la consulta de un psicólogo. "Lo que está claro es que sí tiene remedio", aseguran desde el RACE, "mediante técnicas terapeutas enfocadas a reducir las respuestas de ansiedad y a la vez eliminar las conductas motoras de evitación".

Algo en lo que coincide Javier Díaz, quien asegura que esta fobia requiere de un múltiple abordaje. Por un lado, hay que modificar las ideas sobre la amenaza del tráfico y el resto de conductores y, por otro, cambiar la autopercepción de competencia por parte de la persona y, finalmente, suprimir y evitar la respuesta de huida en el tráfico.

Para ello, el tratamiento es recomendable realizarlo en varias etapas:

* En primer lugar el psicólogo habla con el afectado para tratar de ver por qué se ha llegado a esta situación.
* Después se utiliza un vehículo adaptado con el se comienza a circular por zonas tranquilas.
* En tercer lugar el afectado comienza de nuevo a conducir su propio vehículo en compañía del psicólogo y finalmente el paciente comienza a circular en solitario mientras el terapeuta le sigue en otro vehículo de cerca.

"El objetivo final es que el sujeto, poco a poco, sea capaz de desarrollar una autoexposición de manera controlada y autónoma". Y se consigue, ya que entre el 90% y el 95% de los afectados superan su miedo. No obstante, siempre está bien seguir algunas recomendaciones que ayudan a evitar estas situaciones de amaxofobia en personas propensas a sufrirla, como evitar el consumo de alcohol y de medicamentos si se va a conducir.

Hiperactividad en adultos

Hiperactividad en adultos

Un 4% de adultos sufre en España Déficit de Atención con Hiperactividad, trastorno que les impide desarrollar una vida normal
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De origen desconocido, la mayor parte de personas que sufren Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) tiene antecedentes familiares. Los expertos estiman que en España el 4% de los adultos padece este trastorno y, aunque se considera que decrece en la adolescencia, se calcula que entre un 30% y un 60% de los niños que lo sufren seguirá con síntomas en la edad adulta. Los datos de un estudio publicado en el Canadian Medical Association Journal señalan que el porcentaje de adultos afectados a nivel mundial oscila entre el 2% y el 6%. Y en Estados Unidos, un informe de salud pública ha confirmado que aumenta entre los adultos el uso de medicación para corregir la falta de concentración debido a la hiperactividad, y lo hace a un ritmo más rápido que entre los niños. Actualmente no se conocen medidas preventivas para reducir la incidencia del TDAH. Sin embargo, una detección e intervención tempranas pueden reducir la gravedad de sus síntomas.

* Autor: Por MARÍA ÁLVAREZ
* Última actualización: 16 de noviembre de 2005

Las causas

El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad es un desconocido para la ciencia y, a pesar de ser una patología que se diagnostica y trata desde hace muchos años, aún no se ha encontrado la clave para conocer las causas que lo originan

Aún no se ha encontrado la clave para conocer las causas que originan este trastorno.

Según explica Concepción Etiens Cruzado, psicóloga clínica de la Clínica Arga de Madrid, parece que existe una disfunción del lóbulo frontal y, desde el punto de vista neuroquímico, una deficiencia en la producción de importantes neurotransmisores cerebrales. Éstos son sustancias químicas que producen las neuronas, es decir las células nerviosas y para que se produzca una buena comunicación entre las neuronas y todo funcione normalmente debe existir la cantidad adecuada de determinados neurotransmisores, en este caso de dopamina y la noradrenalina. En las personas que padecen TDAH, según señala la psicóloga, "lo que se observa es que existe una producción irregular en estos dos neurotransmisores".

Pero además, como indica Cristina Weddle, del gabinete de psicología Previ, de Valencia, existe una combinación de factores, tanto biológicos como ambientales, que pueden ayudar a explicar por qué se padece el TDAH:

Factores biológicos: El temperamento de la persona, que influye en su actitud y personalidad; lesiones cerebrales debidas a un trauma de nacimiento o a problemas prenatales. Además, el consumo materno de alcohol y drogas e incluso de tabaco predispone a padecer este trastorno. Y si el padre o la madre ha padecido el síndrome, sus hijos tienen un riesgo del 44% de heredarlo.

Factores del entorno: Entre ellos destacan el estrés familiar y las dificultades educativas. Las psicopatologías paternas, un bajo nivel económico, la marginalidad… un entorno inestable puede agravar de manera significativa el trastorno.

Teniendo en cuenta que estos factores afectan a una gran cantidad de población y no todos padecen el TDAH, la psicóloga Asunción Pérez, del madrileño gabinete Avance Psicólogos, argumenta que en la mayoría de los casos se trata de un modo de comportamiento aprendido, salvo casos excepcionales, como la presencia de un tumor cerebral. Sea de uno u otro modo, ¿cómo puede reconocerse al adulto que padece esta patología, cuáles son sus síntomas? Los síntomas

Cuando una persona adulta padece TDAH no hay duda de que ha sido, en todos los casos, un niño hiperactivo, explica la psicóloga. Por ello, desde su infancia habrá presentado síntomas como inquietud, nerviosismo, dificultades para centrarse en una tarea o impaciencia. Cuando el trastorno ha pasado desapercibido o no se ha diagnosticado en la niñez, los adultos suelen experimentar problemas significativos en una o más áreas de la vida, síntoma de que se puede padecer el TDAH:

* Ejecución inconsistente en los estudios o el trabajo: No terminan sus estudios, pierden los trabajos o renuncian con excesiva frecuencia a ellos. Además, poseen un historial de desempeño académico o laboral pobre.
* Poca habilidad para manejar las responsabilidades cotidianas: No suelen poder completar los quehaceres del hogar o las tareas de mantenimiento. También presentan dificultades para pagar las cuentas y organizarse.
* Problemas en las relaciones sociales: Les resulta difícil tener buenas relaciones laborales y personales al no completar las tareas, olvidarse de hacer cosas importantes o molestarse con facilidad por asuntos menores.
* Estrés y preocupación crónicos: Provocados por el fracaso en alcanzar las metas que se han propuesto y la imposibilidad de cumplir con sus responsabilidades.
* Sentimientos crónicos e intensos de frustración, culpa o reproche.
* Síntomas físicos: Taquicardias, diarreas, hormigueos en manos y piernas… Todos los síntomas de un cuadro de ansiedad.

Como explica la psicóloga Concepción Etiens, las consecuencias del trastorno revisten cierta gravedad, ya que muchos adultos hiperactivos se encuentran "de manera más o menos crónica en situaciones de desajuste familiar, social, económico y personal". Como indica la experta, muchos fracasan en los estudios desde muy temprana edad; bastantes, presentan un historial de relaciones sociales y afectivas fracasadas o abandonadas. Y un gran número de personas hiperactivas bebe o fuma en exceso, no administra bien su patrimonio y tiene problemas económicos frecuentes. Algunos hiperactivos cometen delitos que los llevan a prisión. Además, los afectados también presentan niveles de ansiedad y depresión más elevados que el resto de la población. Algunas personas pueden no experimentar problemas significativos hasta llegar a la universidad o en su carrera profesional. A veces, los progenitores pueden haber sido sobreprotectores y han podido reducir el impacto de los síntomas del TDAH hasta que su hijo o hija ha comenzado a vivir independientemente como adulto.
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Las soluciones

Actualmente no se conocen medidas preventivas para reducir la incidencia del TDAH.

Actualmente no se conocen medidas preventivas para reducir la incidencia del TDAH

Sin embargo, una detección e intervención tempranas pueden reducir la gravedad de sus síntomas, labor que, como aseguran las expertas, siempre debe desempeñar un profesional cualificado, que será quien determine si los problemas que presenta el paciente se deben al TDAH, a alguna otra causa, o a una combinación de factores. El diagnóstico pueden realizarlo psicólogos clínicos, médicos (psiquiatras, neurólogos, médico de familia…), o trabajadores sociales clínicos. Lo importante, como subrayan desde Previ, es que tenga probada experiencia trabajando con adultos que presentan el TDAH, ya que esta dolencia en los adultos no es aún muy conocida y no siempre se les atiende correctamente.

Tras el estudio y diagnóstico de cada paciente, la necesidad de abordar el trastorno con terapia y con fármacos, o sólo con terapia, se determina en función de la severidad de los síntomas. Pero, como indican desde el gabinete valenciano Previ, el tratamiento ya supone un control, "y una atenuación de los síntomas que puede dar lugar a una buena adaptación y a que la persona se sienta mas responsable de su vida".

El tratamiento farmacológico es una ayuda más para que este tipo de pacientes pueda funcionar y encajar mejor en la sociedad, indica la experta de la Clínica Arga, quien indica que los medicamentos utilizados habitualmente en el tratamientos del TDAH son los estimulantes del sistema nervioso central, como algunos derivados de las anfetaminas, "fármacos muy eficaces para reducir la hiperactividad e impulsividad y para ayudar a mejorar la atención y concentración", señala.

Desde la terapia se puede trabajar técnicas de aucontrol, de relajación de habilidades sociales, de solución de problemas y trabajo sobre ideas irracionales. Estas técnicas de modificación de conducta son fundamentales en el tratamiento del TDAH y son el único tratamiento elegido para los problemas leves de déficit de atención. Otras modalidades de tratamiento psicológico incluyen terapias enfocadas para la disminución de la ansiedad, las terapias para la mejora de las habilidades sociales y ciertas terapias de grupo.

Asimismo, la psicóloga Asunción Pérez explica la importancia que "construir una escala de valores" tiene en la mejoría de estos pacientes, que deben tomar conciencia de la importancia de "frenar y replantearse su modo de vida". Concepción Etiens señala que la solución puede estar también en el entrono familiar, que puede resultar de gran ayuda para un adulto hiperactivo. Pueden "servirle de refuerzo" en las conductas y habilidades que se consideran necesarias para llevar una vida normal y estable, implicarse en la resolución conjunta de problemas, así como tolerar sus altibajos o conductas no apropiadas.

Sindrome de Peter Pan

Son adultos sólo en apariencia porque su actitud continúa siendo la de alocados niños y adolescentes que no se responsabilizan de sus actos. Las personas que padecen el síndrome de Peter Pan o de Inmadurez Emocional son incapaces de crecer, y su alegría y seguridad suelen ser una máscara que esconde su inseguridad y temor a no ser queridos. Aunque difícil de solucionar porque es un problema que no reconoce quien padece el trastorno, puede superarse con terapia psicológica y ayuda de sus parejas o familiares.

* Autor: Por MARÍA ÁLVAREZ
* Fecha de publicación: 11 de enero de 2006

Incapaces de crecer

Hijos que nunca creen apropiado marcharse de casa, cuarentones con una vida social típica de un adolescente, amistades y grupos de salida mucho más jóvenes… Se trata de personas que, a pesar de haber alcanzado la edad adulta, son inmaduros emocionales y no quieren o son incapaces de crecer y afrontar las responsabilidades que conlleva la vida adulta. Son personas que padecen el denominado síndrome de Peter Pan, un nombre que se basa en el conocido personaje de la literatura infantil creado por el escocés James Matews Barrie en el año 1904. La primera vez que se utilizó el nombre de Peter Pan, haciendo alusión a un problema emocional fue en el año 1966, cuando el psiquiatra Eric Berne se refirió con este nombre al niño que todo adulto lleva dentro y que está centrado sólo en satisfacer sus propias demandas y necesidades. Casi veinte años más tarde, en 1983, el psicólogo Dan Kiley escribió en un libro en qué consistía el que ya denominaba como "síndrome de Peter Pan". El psicólogo lo aplicaba, tal y como se continúa haciendo en la actualidad, para definir a los adultos que no quieren o se sienten incapaces de crecer. Un año después utilizó el término de "Síndrome de Wendy" para describir a quienes actúan como padre o madre con su pareja o con la gente más próxima, liberándoles de la asunción de responsabilidades.

La infancia es una etapa de felicidad, en la que no se tiene conciencia de la existencia de problemas, ya que otros (padres, maestros, abuelos…) los solucionan por ellos. Hacia el final de la adolescencia, sin embargo, se produce un cambio de mentalidad y una toma de conciencia sobre las responsabilidades que hay que tomar. Cada persona empieza a orientar su vida hacia una determinada dirección, aunque algunos individuos se niegan a superar esta etapa y se resisten a crecer y afrontar responsabilidades de la vida adulta. Según indica la psicóloga María Rodríguez, del Centro psicológico de Estudio y Terapia del Comportamiento de San Sebastián, las personas que padecen este trastorno tienen un cuerpo de hombre con mentalidad de niño. El síndrome de Peter Pan puede darse en ambos sexos, aunque es más frecuente entre los hombres, según explica Concepción Etiens, psicóloga de la clínica Arga de Madrid. El de Wendy, por el contrario, es más frecuente entre mujeres (madres o parejas) que suelen justificar las "niñerías" de estos adultos incapaces de crecer y soportan, e incluso alientan de manera involuntaria, la actitud infantil y enfermiza del Peter Pan de turno. Cómo reconocerlo

Los adultos que padecen este trastorno lo son "sólo de nombre", como indica Concepción Etiens, porque actúan como niños a pesar de ser adultos, que en muchos casos superan los veinte y treinta años. Estas personas crean entre sus familiares, sobre todo, un alto grado de confusión porque a primera vista aparentan estar seguros de sí mismos, incluso, tal y como explica la experta, pueden parecer personas arrogantes. "Son capaces de entrar a una reunión y cautivar de inmediato a su auditorio. Su presencia no suele pasar desapercibida: chispeantes, seductores… hacen que los demás parezcan insignificantes", detalla la psicóloga.

Sin embargo, Etiens subraya que se trata de personas indecisas e inseguras, que temen que no les amen y camuflan sus inseguridades con una máscara de seguridad y alegría ficticias. Quienes padecen el síndrome de Peter Pan se esconden detrás de fachadas y excusas; disimulan su incapacidad de madurar con juegos, pasatiempos, negocios fantásticos, grandes proyectos imposibles y aventuras amorosas. "Por una parte, suelen ser personas divertidas y a su lado todo parece pura alegría de vivir. Pero por la otra, tratan de evadir continuamente sus responsabilidades y se refugian en fantasías imposibles de cumplir y culpan a los demás de todo lo que les ocurre"y, aunque encantadores al principio, después de un tiempo suelen tener graves problemas de adaptación en el trabajo o sus relaciones de pareja.

Suelen tener graves problemas de adaptación en el trabajo o sus relaciones de pareja

Si bien pueden camuflarse bajo un tiempo, es fácil terminar reconociéndolos, ya que según la psicóloga donostiarra, su comportamiento presenta las siguientes características:

* Le seduce más la juventud, que suele tener idealizada, que su momento real de madurez.
* Tiene un enorme miedo a la soledad.
* Es inseguro, aunque no lo demuestre e incluso pueda aparentar lo contrario.
* Su actitud se centra en recibir, pedir y criticar y no se molesta en dar o hacer.
* No está hecho para la vida adulta, no se compromete por creer que el compromiso es un obstáculo para su libertad.
* Tiene al lado a otra persona que cubre estas necesidades básicas.
* No se responsabiliza de lo que hace, pero cree que los otros sí lo hacen
* Vive centrado en sí mismo: sus disgustos, su estrés, su excesivo trabajo...
* Aunque disfrute de éxito profesional, económico... se da cuenta de que su vida no tiene la firmeza ni la estabilidad que le gustaría
* Está permanentemente insatisfecho con lo que tiene, pero nunca toma iniciativas ni hace nada por solucionar su situación.

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Cómo solucionarlo

No es fácil enfrentarse a un problema cuando no se reconoce su existencia, y ésta suele ser la principal característica en quienes padecen este síndrome de inmadurez emocional. Por ello es esencial que, en primer lugar, "el enfermo sea capaz de darse cuenta de que su actitud no es normal ni adecuada y asumir que tiene un problema". Y, aunque para muchas personas pueda parecer obvio, "no es tarea sencilla", según asegura Rodríguez, porque culpar y hacer responsables siempre a los demás de todo cuanto les sucede es parte de este síndrome.

Culpar y hacer responsables siempre a los demás de todo cuanto les sucede es parte de este síndrome

La asunción de su responsabilidad no llega en muchos casos hasta que sienten en carne propia las consecuencias de sus actos, y es únicamente entonces cuando piensan en la necesidad de algún cambio de actitud.

Las conductas ejercidas durante muchos años no se modifican fácilmente, por lo que una terapia psicológica sería la mejor indicación, en opinión de la experta del Centro de Estudio y Terapia del Comportamiento de San Sebastián, quien añade la conveniencia de comenzar con una terapia de pareja o familiar, para evitar el error de considerar que el problema se encuentra sólo en uno de los integrantes de la familia o la pareja, cuando en muchos casos los demás favorecen, sin darse cuenta, conductas de este tipo. Hay que tener en cuenta, además, que si no se supera esta fase, se puede originar en quien padece el trastorno diversas quejas emocionales:

* Baja autoestima: Lo quiere todo y no está dispuesto a renunciar a nada de lo que tiene ni a poner nada de su parte para conseguir las nuevas metas y objetivos. No conseguirlo le genera una frustración continua e importantes problemas de autoestima.
* Sentirse incomprendido: Siempre culpa a los demás de todo cuanto sucede en su vida, incluso de situaciones provocadas por su inmadurez. No se siente parte del problema o dificultad, y ni siquiera es capaz de creer que él pueda tener algo que ver con la evolución de los problemas.

A pesar de que, efectivamente, no es fácil tratar el problema, María Rodríguez propone una serie de pistas que pueden ayudar a que un adulto que presenta este trastorno emocional pueda recuperarse del síndrome, soluciones en las que debe intervenir la pareja o familiares del enfermo:

* Permitir que se enfrente la realidad y asuma las consecuencias de su conducta: Por más duro que parezca al principio, no hay que hacerse cargo de sus responsabilidades. Si no paga las cuentas, la familia no lo debe hacer por él; si se queda dormido sin ir a la universidad o al trabajo, no hay que despertarlo… Es el único modo de ayudarles a ser conscientes de que tienen una responsabilidad que cumplir y que nadie va a asumirla por ellos.
* Ante sus continuadas quejas, en vez de consolarle, hay que dejar que tome iniciativas para cambiar la situación. Pero no hacer las cosas por ellos no impide darle apoyo y ayudarle a observar los aspectos positivos de su personalidad fomentando que desarrolle su potencial adulto basándose en ellas.

sindrome de Wendy

Miedo al rechazo, al abandono, deseo de complacer a los demás y sobre todo a la propia pareja… Estas son algunas de las causas que se encuentran tras el llamado 'Síndrome de Wendy'. Una compleja conducta que a simple vista no tiene patología alguna y guarda una estrecha relación con el más conocido 'Síndrome de Peter Pan', descrito por el psicólogo Dan Kiley en 1983 y que hace referencia a todos aquellos hombres y/o mujeres que no quieren crecer.

* Autor: Por MARÍA RODRÍGUEZ
* Fecha de publicación: 9 de febrero de 2006

¿Quién es Wendy?

Wendy es aquella mujer u hombre que se encuentra detrás de un Peter Pan. Y es que, como relata el psicólogo clínico Ángel Marín Tejero, "tras un Peter Pan siempre tiene que haber una persona, hombre o mujer, dependiendo del caso, que se encargue de hacer todo aquello que no hace él. Peter Pan no existe si no hay una Wendy que le aguante". Pese a ello, el psicólogo Marín Tejero asegura que no se puede hablar del Síndrome de Wendy como una patología. "Hay trastornos de la personalidad que se podrían asemejar a éste síndrome, pero éste síndrome como tal no es una patología clínica, lo que no quiere decir que con el tiempo no acabe produciendo desajustes y sufrimiento, tanto en la persona que lo sufre como en quienes le rodean".

El Síndrome de Wendy se puede definir como el conjunto de conductas que realiza una persona por miedo al rechazo, por necesidad de sentirse aceptado y respaldado, y por temor a que nadie le quiera. En definitiva, por una necesidad imperiosa de seguridad. "Cuando el sujeto actúa como padre o madre en su pareja o con la gente más próxima, liberándoles de responsabilidades, podemos hablar de Wendy", explica la psicóloga Pilar Arocas, quien añade que "estas conductas pueden darse tanto dentro del núcleo familiar, en los roles de padre-madre sobreprotectores, como en las relaciones interpersonales, con aquellas personas muy cercanas". La madre que despierta todos los días a su hijo para que no llegue tarde a clase, aquella que le hace los deberes, le resume las lecciones o subraya los apuntes, la esposa que asume todas las responsabilidades domésticas… es una Wendy en el núcleo familiar. Lo mismo ocurre en la relación de pareja si es ella o él quien toma todas las decisiones y asume las responsabilidades, actúa como madre o padre y como esposa-esposo o justifica la informalidad de su pareja ante los demás.

Las conductas más significativas que acompañan una persona que padece este síndrome los las siguientes:

* Sentirse imprescindible
* Entender que el amor es sacrificio y resignación
* Evitar a toda costa que alguien se enfade
* Intentar continuamente hacer feliz a la pareja
* Insistir en hacer las cosas por la otra persona
* Pedir perdón por todo aquello que no ha hecho o que no ha sabido hacer
* Necesidad imperiosa de cuidar del prójimo
* Convertirse en un progenitor o progenitora en la pareja

Los psicólogos aquí consultados aclaran que en algún determinado momento de la vida todas las personas pueden actuar de esta forma. Por tanto, "para hablar de un verdadero Síndrome de Wendy habría que tener en cuenta que todas estas acciones se basan en ese miedo al abandono y son constantes en el tiempo", explica la doctora Arocas. Origen del trastorno

Actualmente no existen estudios epidemiológicos que arrojen unos datos fiables sobre el porcentaje de la población que puede sufrir este síndrome. No obstante, sí se han establecido las diferentes variables que pueden desencadenar su aparición. "Lo primero que hay que tener en cuenta es que puede afectar tanto a hombres como a mujeres, aunque es cierto que es más frecuente en ellas", comenta Ángel Marín Tejero.

Afirmación que corrobora la psicóloga Pilar Arocas, quien añade que "esta diferencia entre los sexos puede ser debida, entre otras cosas, a la cultura en la que estamos inmersos. Queramos o no, todavía sigue siendo la figura de la mujer quien tiene más peso en el cuidado de los miembros de la familia y esas ideas que se nos inculcan en el proceso educativo tienen su respuesta en la vida adulta".

Y es que el Síndrome de Wendy no depende de un sólo factor, sino de un conjunto de variables, entre las que destacan la educación recibida, la personalidad y las circunstancias que rodean a la persona. No obstante, la doctora Arocas reconoce que ninguna de estas variables por separado sería la responsable de su aparición. "Por ejemplo, la educación recibida no determina necesariamente este tipo de conductas. En ocasiones, tener una madre o un padre sobreprotector puede crear en sus hijos o hijas un gran deseo de independencia. Aunque es cierto que también hay ocasiones en las que se perpetúan los patrones de conducta adquiridos y vistos durante la infancia y adolescencia, continuando el ejemplo de los superiores", subraya.

¿Se trata de un síndrome de la nueva sociedad? "Rotundamente, no. Lo que ocurre es que hace años no se planteaban estos asuntos. Las cosas eran así, y así estaban bien", asegura el doctor Marín Tejero. "Ahora la mujer sale de casa a trabajar y es consciente de que existen más cosas, además del hogar. Se carga con nuevos roles, sin abandonar los antiguos, se satura de responsabilidades y ni se plantea que podría negociar con su pareja su nueva situación, y al final acaba sintiéndose mal, sin identificar exactamente qué le ocurre. Algunas mujeres, en este punto, piden ayuda profesional, pero muchas sufren en silencio sin saber que hacer", añade el psicoterapeuta. Se trata, según los expertos, de un cambio en los roles que cuesta asumir tanto al hombre como a la mujer.

Lo que tampoco resulta sencillo es su detección. La mayoría de las mujeres y de los hombres acuden a la consulta del especialista porque se sienten 'quemadas' y 'quemados', no están felices con su vida y siente una insatisfacción total en sus relaciones de pareja. Sólo a través de las sesiones de terapia van descubriendo la razón de malestar. Una sensación que también afecta a aquellas madres que ven que sus hijos no quieren crecer y evitan tomar responsabilidades acordes con su edad. "Es por ello que este síndrome de Wendy se relaciona con el de Peter Pan, pues es frecuente que madres 'Wendy' generen hijos 'Peter'", aclara Pilar Arocas.

Sin embargo, no existe una edad definida a la que pueda aparecer, aunque es en los últimos años de la adolescencia, cuando están ya formadas las características de la personalidad, cuando se pueden observar los primeros signos que delatan que la persona pueda sufrir este síndrome en algún momento de su desarrollo evolutivoómo superarlo

En muchas ocasiones son los propios afectados los que acuden por su propia voluntad a la consulta del psicólogo, "aunque no son conscientes de lo que les sucede. No son capaces de comprender qué les pasa", asegura Ángel Marín Tejero. Para quienes sufren este trastorno su forma de actuar es una necesidad y no consideran que lo estén haciendo mal, sino que simplemente con su actitud cubren unas necesidades de afecto, pertenencia y seguridad.

Su superación depende en un alto porcentaje de la capacidad de quien lo sufre y de reconocer que sus conductas son equivocadas. "Deben reconocer sus propios miedos y a partir de ahí aprender a tener su propio sitio. Transigir pero con cautela, ser flexible, tolerar al prójimo, pero sin aceptar por ello todo lo que le digan", explica la psicóloga Arocas.

Se trata, en definitiva, de:

* Establecer relaciones equitativas con las personas: escuchar activamente los problemas de los demás, pero sin sentirse obligado por ello a resolverlos.
* Incrementar la autoestima personal.
* Acostumbrarse a decir NO.
* Aprender a madurar, a pensar que cada uno es responsable de su vida.
* No asumir los deberes y responsabilidades del otro.
* Ser consciente de que los cambios de hábitos son lentos, no se producen de la noche a la mañana.

Estas pautas sirven como prevención y superación de este trastorno. La conducta de cualquier 'Wendy' está basada en el miedo al rechazo personal, en el complejo de inferioridad y el impulso por agradar a todos. Por tanto, si en el proceso educativo se enseña a la personas conductas asertivas -aquellas que defienden los propios derechos, sin agredir a los demás ni dejarse avasallar-, se enseña a desarrollar una sana autoestima, a aprehender unas adecuadas habilidades sociales que hagan de las relaciones sociales un foco de satisfacción y gratificación, las personas estarán más cualificadas para evitar el sufrimiento que a la larga supone este síndrome.