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martes, 21 de diciembre de 2010

Miedo al exito

Miedo al éxito
Todos perseguimos el éxito. Pero no todos podemos disfrutarlo cuando llega. A algunos les da culpa, miedo, malestar. Otros le tienen tanto temor que se encargan de sabotearlo justo antes de que se concrete. Freud los llamó “los que fracasan cuando triunfan”. Por qué para algunas personas ganar significa perder.

(Revista Luna) - Hay personas que cuando obtienen un logro, lejos de disfrutarlo, experimentan culpa, malestar o directamente comienzan a sabotearse hasta que lo hacen trizas. Son “los que fracasan al triunfar”, a quienes Sigmund Freud dedicó un artículo en el que describe minuciosamente este rasgo de personalidad.
La calle está llena de ejemplos. Es gente que lucha por conseguir una meta, pero cuando está a punto de llegar a ella, comete alguna barbaridad, una extravagancia o simplemente renuncia o se enferma. ¿Por qué lo hacen?
El padre del psicoanálisis fundamentó este fenómeno en la sexualidad infantil y el complejo de Edipo. La esencia del éxito consiste en haber llegado más lejos que el propio padre, siendo esto algo prohibido –explica la psicoanalista Iris Pugliese, del Centro Psicoanalítico Argentino–. De allí el intenso sentimiento de culpa y la necesidad de pagar por ello.”
No está de más agregar que el modo a través del cual se llegó a una situación exitosa, si bien no tiene que ver con los conflictos de la infancia, contribuirá a que la persona se sienta digna y merecedora de su logro y lo pueda sostener y disfrutar.
El cuco del éxito
En general, se considera que las personas exitosas son extremadamente ambiciosas, egoístas, crueles, frías, calculadoras y seguramente deshonestas. “¿Quién querría ser exitoso para tener esta imagen?”, se pregunta la terapeuta Kandela Matus, quien coordina un taller sobre El miedo al éxito en el Centro de Apoyo Psicológico (CEAP).
Lo cierto es que, muchas veces, el éxito asusta, porque implica crecer y asumir mayores compromisos.
“Esto les pasa, por ejemplo, a los estudiantes eternos que nunca terminan de recibirse. Porque saben que si lo hacen dejarán su papel de hijos y tendrán que independizarse o afrontar un desafío mayor en lo profesional”, dice Matus. Pero también les ocurre a las personas que tienen una posición segura, aunque no muy ventajosa en el trabajo, y aunque saben que podrían obtener mayor éxito lanzándose por cuenta propia no se animan a ser emprendedores.
Sobreponerse al miedo
Las historias de personas exitosas están, paradójicamente, llenas de fracasos. Pero tienen en común la perseverancia, cierta dosis de audacia y gran sentido de la realidad.
Lo importante es que no todos los que lograron algún éxito personal o profesional debieron renunciar a otras facetas de su vida como los afectos y la salud.
Es que el éxito “no tiene sólo que ver con lo material –dice Nora Fusillo– sino también con valorar y disfrutar lo que uno tiene sin entrar en esto de que es poco o mucho. Es cumplir con un propósito trascendente en la vida”.
Tampoco es cierto que haya que partir de una posición ventajosa sino más bien todo lo contrario. La historia de Alcira Montero (50), hoy representante de una compañía internacional de cosmética natural, así lo confirma. Alcira armó su empresa de la nada. Enviudó a los 37, con dos hijos de 14 y 10 años, y al poco tiempo perdió el trabajo que tenía como empleada en una compañía de seguros. “Estos golpes difíciles a veces te dan la oportunidad de cambiar. A partir de estas dificultades, yo empecé un trabajo interior”, cuenta. Mientras buscaba cómo sustentarse económicamente –probó reubicarse en lo mismo, pero no hubo caso–, Alcira empezó a hacer cursos, uno de ellos de cosmetología. “Y así surgió este proyecto, que pude realizar gracias al apoyo de muchas personas, familia y amigos. Hoy disfruto de un trabajo que me gusta, mis hijos crecieron y tengo una nieta. Me siento exitosa por ello”, asegura.
Los libros de autoayuda y los gurúes del éxito aseguran que no es para unos pocos sino que está al alcance de todos. Para lograrlo, hace falta perderle el miedo.
Foto: Revista Luna

lunes, 13 de diciembre de 2010

Pensión no contributiva 2010

¿Qué es la pensión no contributuiva?

La Pensión no Contributiva de Invalidez contempla a todos los ciudadanos en situación de invalidez y en estado de necesidad y les asegura una prestación económica, asistencia médico-farmacéutica gratuita y servicios sociales complementarios, aunque no se haya cotizado o se haya hecho de forma insuficiente para tener derecho a una Pensión Contributiva.

Sigue así:

Compatibilidad de la PNC con el trabajo remunerado

De conformidad con la Ley 8/2005, de 6 de junio, para compatibilizar las pensiones de invalidez en su modalidad no contributiva con el trabajo remunerado, en el caso de personas que con anterioridad al inicio de una actividad lucrativa vinieran percibiendo PNC de Invalidez, durante los cuatro años siguientes al inicio de la actividad, la suma de la cuantía de la pensión de invalidez y de los ingresos obtenidos por la actividad desarrollada no podrán ser superiores, en cómputo anual, al importe, también en cómputo anual, del Indicador Público de Renta de Efectos Múltiples (IPREM) vigente en cada momento. En caso de exceder de dicha cuantía, se minorará el importe de la pensión en el 50 por 100 del exceso sin que, en ningún caso, la suma de la pensión y de los ingresos pueda superar 1,5 veces el IPREM.

¿Quién se puede beneficiar de una PNC?

Pueden ser beneficiarios de la PNC de Invalidez los ciudadanos españoles y nacionales de otros países, con residencia legal en España que cumplen los siguientes REQUISITOS:
1. Carecer de ingresos suficientes
Existe carencia cuando las rentas o ingresos de que se disponga, en cómputo anual para 2010, sean inferiores a 4.755,80 € anuales.

No obstante, si son inferiores a 4.755,80 € anuales y se convive con familiares, únicamente se cumple el requisito cuando la suma de las rentas o ingresos anuales de todos los miembros de su Unidad Económica de Convivencia, sean inferiores a las cuantías que se recogen a continuación:

1. Convivencia sólo con su cónyuge y/o parientes consanguíneos de segundo grado:
2.
....Nº convivientes......€/Año
......2........................8.084,86
......3......................11.413,92
......4......................14.742,98
...
3. Si entre los parientes consanguíneos con los que convive se encuentra alguno de sus padres o hijos:
4.
....Nº convivientes......€/Año
......2.......................20.212,15
......3.......................28.534,80
......4.......................36.857,45
...

2. Específicos de la propia Pensión no Contributiva de Invalidez
a. Edad: Tener dieciocho o más años y menos de sesenta y cinco.
b. Residencia: Residir en territorio español y haberlo hecho durante un período de cinco años, de los cuales dos han de ser consecutivos e inmediatamente anteriores a la fecha de la solicitud.
c. Discapacidad: Grado de discpacidad igual o superior al 65%.

El derecho a Pensión no Contributiva de Invalidez no impide el ejercicio de aquellas actividades laborales, sean o no lucrativas, compatibles con la discapacidad del pensionista y que no representen un cambio en su capacidad real para el trabajo.

Compatibilidad con otras ayudas

La Pensión no Contributiva de Invalidez es incompatible con la PNC de Jubilación, con las Pensiones Asistenciales (PAS) y con los Subsidios de Garantía de Ingresos Mínimos y por Ayuda de Tercera Persona de la Ley de Integración Social de los Minusválidos (Lismi), así como con la condición de causante de la Asignación Familiar por Hijo a Cargo con Discapacidad.

De acuerdo con lo dispuesto en la disposición adicional decimosexta de la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia, desde el 1 de enero de 2007, de la cuantía de la pensión integra calculada en cómputo anual, se deducirán las rentas o ingresos del pensionista que excedan del 25% del importe íntegro de la pensión, es decir, de 1.188,95 € anuales.

Si el pensionista cuenta con rentas propias inferiores a 1.188,95 € en el año 2010, no verá reducida la cuantía de su pensión por tal causa.

Por otra parte si el pensionista contase con rentas propias superiores a 1.188,95 € en el año 2010, sólo le será reducida su pensión por los ingresos que excedan de 1.188,95 €.

Actualización de las pensiones para 2010

La Ley 26/2009, de 23 de diciembre, de Presupuestos Generales del Estado para el año 2010 y el Real Decreto 2007/2009, de 23 de diciembre, sobre revalorización de las pensiones del sistema de la Seguridad Social y de otras prestaciones sociales públicas para el ejercicio 2010, establece la revalorización de las pensiones de la Seguridad Social en su modalidad contributiva y no contributiva para dicho año, así como la de otras prestaciones de protección social pública.

Las PNC experimentan un incremento del 1%, quedando su cuantía fijada en 4.755,80 € íntegros anuales, que se abona en 12 mensualidades más dos pagas extraordinarias al año, por lo que se actualiza la cuantía de ingresos suficientes que limita el acceso y mantenimiento del derecho a las mismas.

La cuantía individual actualizada para cada pensionista se establece, a partir del citado importe, en función de sus rentas personales y/o de las de su unidad económica de convivencia, no pudiendo ser la cuantía inferior a la mínima del 25% de la establecida.

Los pensionistas de PNC de invalidez cuyo grado de discapacidad sea igual o superior al 75% y acrediten la necesidad del concurso de otra persona para realizar los actos esenciales de la vida, percibirán además un complemento del 50% de los 4.755,80 € anuales, fijado en 2.377,90 € anuales.
Cuantías básicas para 2010..........Cuantía Anual .........Mensual
Íntegra..........................................4.755,80 €.............339,70 €
Mínima 25%..................................1.188,95 €..............84,93 €
Íntegra más Incremento 50%...........7.133,70 €............509,55 €

Cuando dentro de una misma familia conviva más de un beneficiario de pensión no contributiva, la cuantía individual para cada uno de ellos es la siguiente:
Nº Beneficiarios .......Anual.................Mensual
....2.......................4.042,43 €............288,75 €
....3.......................3.804,64 €............271,76 €

Regularización para los ya pensionistas en 2009 y revisión de las pensiones

En el capítulo III del Título IV de la Ley 26/2009, de 23 de diciembre, de Presupuestos Generales del Estado para 2010, relativo a la revalorización y modificación de los valores de las pensiones públicas, se establece un incremento de las mismas para el año 2010 de un 1%, lo que garantiza el poder adquisitivo de los pensionistas.

El uso adecuado de los recursos públicos debe quedar garantizado, por ello los pensionistas están obligados a:

- Comunicar al Organismo que gestiona su pensión las variaciones en su convivencia, estado civil, residencia, recursos económicos propios y/o familiares, y cuantas otras puedan tener incidencia en la conservación del derecho o en la cuantía de su pensión.
- Presentar anualmente declaración de sus rentas o ingresos y de los de su unidad familiar de convivencia en impreso-formulario que a ese fin se le remita por el Organismo Gestor de su pensión.

Conforme a los datos declarados por los pensionistas y los disponibles por la Administración se procede a la regularización de los importes percibidos en 2009 y se establece el importe de la pensión a percibir en el año 2010, si la revisión diera lugar a la modificación de la cuantía actualizada inicialmente.

Los importes que resulten indebidamente percibidos por el incumplimiento de las citadas obligaciones tienen que ser devueltos por sus perceptores.

A su vez, las Administraciones Públicas tienen el deber y el derecho de establecer los mecanismos de control oportunos para evitar cualquier utilización indebida de las prestaciones sociales; controles que se efectúan tanto con carácter previo al reconocimiento de la pensión como con posterioridad periódica y anualmente.

El Registro de Prestaciones Sociales Públicas en el que se inscriben todas las pensiones públicas, incluida la PNC de Invalidez, es un instrumento básico de la gestión pública de protección social al posibilitar el seguimiento y control permanente del derecho a las prestaciones y sus percepciones.

El derecho a seguir percibiendo una Pensión no Contributiva de Invalidez se extingue cuando se deja de reunir alguno de los requisitos exigidos para su reconocimiento.

¿Dónde solicitar la pensión no contributiva?

La gestión y reconocimiento del derecho a percibir una Pensión no Contributiva se realiza por las Comunidades Autónomas que tienen transferidas las funciones y servicios del Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso). En las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla se hacen directamente por el Imserso.

Se financian con cargo al presupuesto del Estado, mediante transferencias de crédito al de la Seguridad Social.

La solicitud de pensión podrá presentarse personalmente en las oficinas de los Servicios Sociales de las Comunidades Autónomas, del Imserso o en cualquier otra de la Seguridad Social, en las que se facilitará el impreso correspondiente, o por correo. Se acompañará de:
• Fotocopia del DNI
• Fotocopia del pasaporte y/o permiso de residencia en el caso de nacionales de otros países.

DESCARGAR IMPRESOS DE SOLICITUD

*

Solicitud de PNC de Invalidez
Cumplimente la solicitud e imprima 2 copias: la primera seleccionando en la casilla de la parte inferior derecha de la página 4 «EJEMPLAR PARA LA ADMINISTRACIÓN» y la segunda seleccionando «EJEMPLAR PARA LA PERSONA INTERESADA
Descarga de Solicitud de Pensión de Invalidez no Contributiva en formato PDF
*

Solicitud de PNC de Jubilación
Cumplimente la solicitud e imprima 2 copias: la primera seleccionando en la casilla de la parte inferior derecha de la página 3 «EJEMPLAR PARA LA ADMINISTRACIÓN» y la segunda seleccionando «EJEMPLAR PARA LA PERSONA INTERESADA
Descarga de Solicitud de Pensión de Jubilación no Contributiva en formato PDF
*

Solicitud complemento titulares PNC que residan en una vivienda alquilada para DD.TT. del Imserso de Ceuta y Melilla
Cumplimente la solicitud e imprima 2 copias: la primera seleccionando en la casilla de la parte inferior derecha de la página «EJEMPLAR PARA LA ADMINISTRACIÓN» y la segunda seleccionando «EJEMPLAR PARA LA PERSONA INTERESADA
Desgarga de modelo de solicitud para las DD.TT. del Imserso de Ceuta y Melilla en formato PDF
*

Solicitud R.D. 1371/2009, complemento titulares PNC que residan en una vivienda alquilada (Anexo)
Cumplimente la solicitud e imprima 2 copias: la primera seleccionando en la casilla de la parte inferior derecha de la página «EJEMPLAR PARA LA ADMINISTRACIÓN» y la segunda seleccionando «EJEMPLAR PARA LA PERSONA INTERESADA
Desgarga de modelo de solicitud del Real Decreto 1371/2009, de 13 de agosto, (Anexo) en formato PDF

Direcciones y teléfonos de información de las Direcciones Territoriales del Imserso de las Comunidades Autónomas.

MADRID:
Dirección General de Servicios Sociales
c/ Alcalá, 63, c/v P. Muñoz Seca, 2 - C.P. 28014
Tfno.: 914 206 904 y 914 206 900
Correo-e: oficina.atencion.ciudadano@madrid.org
Web: http://www.madrid.org

* Andalucía
* Aragón
* Asturias
* Illes Balears
* Euskadi
* Canarias
* Cantabria
* Castilla-La Mancha
* Castilla y León
* Catalunya
* Ceuta
* Extremadura
* Galicia
* Madrid
* Melilla
* Murcia
* Navarra
* La Rioja
* Comunitat Valenciana


Folleto de Pensiones no contributivas 2010
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Resumen de aplicación de las pensiones no contributivas de la seguridad social: Año 2010
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viernes, 10 de diciembre de 2010

Amaxofobia o miedo a conducir

Sudores, taquicardias, respiración agitada y entrecortada, temblores, malestar de estómago, cefaleas, vértigos o agarrotamiento muscular son los síntomas habituales de los estadios de ansiedad y los más comunes de las personas que, por distintos motivos, temen ponerse al volante de un vehículo. Este pavor a conducir se conoce como amaxofobia y, pese al desconocimiento que sobre el tema se tiene en la sociedad en general, afecta al 33% de los conductores.

* Autor: Por MARÍA RODRÍGUEZ
* Fecha de publicación: 23 de marzo de 2005

¿Qué es y a quién afecta?

La amaxofobia no es otra cosa que el miedo a conducir, "resultado de un proceso en el que la persona percibe el tráfico como una amenaza, siente a los demás conductores como peligrosos y se siente incapaz de afrontar el reto de conducir", explica Javier Díaz, psicólogo clínico, profesor de autoescuela. Como en otros trastornos fóbicos, la respuesta huida-evitación produce en la persona una sensación de alivio de la ansiedad, que se mantiene por refuerzo negativo. Esta respuesta puede llegar a ser tan poderosa que se vive como la única para hacer frente al problema. Sin embargo, pese a tratarse de una fobia, "no se puede hablar de una fobia general, ya que no tiene carácter generalizado en la sociedad, como puede ser el miedo a volar", explica Tomás Santa cecilia, psicólogo y director del departamento de Seguridad Vial del RACE, real Club Automovilístico de España.

Un estudio llevado a cabo recientemente por el Instituto MAPFRE de Seguridad Vial asegura que el 64% de las mujeres y el 36% de los varones conductores sufren esta patología que se manifiesta generalmente en forma de ansiedad y estrés. "La mayoría de las mujeres que tienen fobia a la conducción tienen entre 30 y 40 años. Son conductoras habituales, usan el automóvil ocasionalmente en vías urbanas y sienten pánico a las autovías y autopistas", detalla Javier Díaz, quien añade que también son propensas a sufrir estas crisis "las que llevan mucho tiempo sin ponerse al volante y que, por necesidades laborales o personales, tienen que volver a hacerlo". En cuanto a los hombres, el 25% de los varones con amaxofobia tiene una edad media de 35 años.

No obstante, es importante no confundir el miedo con el respeto y tener en cuenta que es normal sentir un cierto temor a conducir, puesto que al salir a la carretera siempre se corre un cierto riesgo. El problema surge cuando este miedo se lleva hasta la exageración. Según el estudio MAPFRE, "las mujeres son conscientes de situaciones en las que tienen miedo a conducir antes que los hombres", pese a que en ellos es mucho más evidente la relación entre miedo a conducir y los accidentes de tráfico. En los varones, haber sufrido o presenciado un accidente representa el 40% de las causas que les impiden volver a sentarse al volante, mientras que en ellas, sólo alcanza el 25%. Además, los hombres sufren más en silencio esta fobia que las mujeres "sobre todo, porque conducir es un acto de virilidad y les avergüenza confesar que sienten miedo a coger un coche", tal y como recoge el estudio.

El miedo a conducir se ha considerado como una manifestación, entre otras, de un trastorno más general denominado agorafobia, que hace referencia a aquellas manifestaciones de angustia excesiva que producen las situaciones que no permiten escapar de ellas. Causas más comunes

Tal y como explica Tomás Santa Cecilia, desde el RACE, "las causas pueden ser diversas y pueden aparecer en cualquier etapa de la vida ante un episodio traumático". Y es que "no existe una respuesta contundente que explique dónde está o cuál es el origen de este miedo a conducir. Siempre nos queda la duda de si la persona estaba predispuesta por otros factores psicológicos a la aparición de la misma", corrobora Javier Díaz. No obstante, este psicólogo explica que hay tres situaciones que ha estudiado como desencadenantes habituales de esta fobia. Son las siguientes:

Aparición de ataques de pánico. En esta categoría se agrupan la mayoría de los amaxofóbicos. Muchos de ellos llevaban años conduciendo sin haber experimentado síntoma alguno hasta que surge de repente y, aparentemente, sin motivo alguno. "A raíz de sufrir una primera crisis de ansiedad o estrés, se van desarrollando nuevas manifestaciones como el miedo a volver a experimentar un ataque, pensamientos ansiógenos ante ciertas situaciones generadas por el tráfico y, pensamientos de pesimismo acerca de la capacidad de controlar su miedo y sobre uno mismo". Esta forma de pensar "beneficia" el mantenimiento del miedo y bloquea a la persona.

Los accidentes de tráfico. En muchos casos son de por sí traumáticos, "no siempre generan los mismos resultados. Según la intensidad del incidente, es normal sufrir una crisis aguda de estrés de relativa duración, aunque en algunos casos se prolonga generando un trastorno denominado estrés postraumático y desembocando en la amaxofobia", explica Díaz.

La deficiente preparación de los conductores. Genera otro tipo de miedo que hace que con el paso del tiempo las personas dejen de conducir por sentirse inseguros de lo que hacen. Además, en el caso de las mujeres, la amaxofobia va ligada en un alto porcentaje de los casos a padres o maridos exigentes y/o dominantes, que les debilitaron la autoestima, y a primeras experiencias con un alto grado de estrés y ansiedad.

Pero, además de los factores intrínsecos de uno mismo, hay circunstancias ajenas al conductor que pueden provocar la aparición de esta patología. "Conducir bajo factores climatológicos adversos, condiciones de tráfico denso, circulación nocturna, la responsabilidad de llevar ocupantes en el coche, sobre todo niños, desplazarse en un vehículo con poca potencia o prestado" son situaciones que predisponen a la amaxofobia, según la investigación del Instituto MAPFRE de Seguridad Vial. Cómo afrontarlo

El principal problema de la amaxofobia es que limita la libertad de las personas, su forma de actuación y su estilo de vida, ya que en muchas ocasiones se acaban abandonando actividades de ocio con tal de no utilizar el vehículo. El miedo es el resultado de una serie de ideas que lo desencadenan, "ideas que activan reacciones emocionales, fisiológicas y motoras que se manifiestan en una conducta que lleva a evitar la situación temida", asegura Díaz. Las personas amaxofóbicas tienden a anticipar lo que les va a ocurrir, lo que no favorece la mejora de la situación. "No piensan con claridad e interpretan todo como una agresión", añade.

Muchas personas que sufren esta fobia tratan de corregirla volviendo a la autoescuela a recibir clases, pidiendo ayuda a familiares y, en algunos casos, acudiendo a la consulta de un psicólogo. "Lo que está claro es que sí tiene remedio", aseguran desde el RACE, "mediante técnicas terapeutas enfocadas a reducir las respuestas de ansiedad y a la vez eliminar las conductas motoras de evitación".

Algo en lo que coincide Javier Díaz, quien asegura que esta fobia requiere de un múltiple abordaje. Por un lado, hay que modificar las ideas sobre la amenaza del tráfico y el resto de conductores y, por otro, cambiar la autopercepción de competencia por parte de la persona y, finalmente, suprimir y evitar la respuesta de huida en el tráfico.

Para ello, el tratamiento es recomendable realizarlo en varias etapas:

* En primer lugar el psicólogo habla con el afectado para tratar de ver por qué se ha llegado a esta situación.
* Después se utiliza un vehículo adaptado con el se comienza a circular por zonas tranquilas.
* En tercer lugar el afectado comienza de nuevo a conducir su propio vehículo en compañía del psicólogo y finalmente el paciente comienza a circular en solitario mientras el terapeuta le sigue en otro vehículo de cerca.

"El objetivo final es que el sujeto, poco a poco, sea capaz de desarrollar una autoexposición de manera controlada y autónoma". Y se consigue, ya que entre el 90% y el 95% de los afectados superan su miedo. No obstante, siempre está bien seguir algunas recomendaciones que ayudan a evitar estas situaciones de amaxofobia en personas propensas a sufrirla, como evitar el consumo de alcohol y de medicamentos si se va a conducir.

Hiperactividad en adultos

Hiperactividad en adultos

Un 4% de adultos sufre en España Déficit de Atención con Hiperactividad, trastorno que les impide desarrollar una vida normal
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De origen desconocido, la mayor parte de personas que sufren Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) tiene antecedentes familiares. Los expertos estiman que en España el 4% de los adultos padece este trastorno y, aunque se considera que decrece en la adolescencia, se calcula que entre un 30% y un 60% de los niños que lo sufren seguirá con síntomas en la edad adulta. Los datos de un estudio publicado en el Canadian Medical Association Journal señalan que el porcentaje de adultos afectados a nivel mundial oscila entre el 2% y el 6%. Y en Estados Unidos, un informe de salud pública ha confirmado que aumenta entre los adultos el uso de medicación para corregir la falta de concentración debido a la hiperactividad, y lo hace a un ritmo más rápido que entre los niños. Actualmente no se conocen medidas preventivas para reducir la incidencia del TDAH. Sin embargo, una detección e intervención tempranas pueden reducir la gravedad de sus síntomas.

* Autor: Por MARÍA ÁLVAREZ
* Última actualización: 16 de noviembre de 2005

Las causas

El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad es un desconocido para la ciencia y, a pesar de ser una patología que se diagnostica y trata desde hace muchos años, aún no se ha encontrado la clave para conocer las causas que lo originan

Aún no se ha encontrado la clave para conocer las causas que originan este trastorno.

Según explica Concepción Etiens Cruzado, psicóloga clínica de la Clínica Arga de Madrid, parece que existe una disfunción del lóbulo frontal y, desde el punto de vista neuroquímico, una deficiencia en la producción de importantes neurotransmisores cerebrales. Éstos son sustancias químicas que producen las neuronas, es decir las células nerviosas y para que se produzca una buena comunicación entre las neuronas y todo funcione normalmente debe existir la cantidad adecuada de determinados neurotransmisores, en este caso de dopamina y la noradrenalina. En las personas que padecen TDAH, según señala la psicóloga, "lo que se observa es que existe una producción irregular en estos dos neurotransmisores".

Pero además, como indica Cristina Weddle, del gabinete de psicología Previ, de Valencia, existe una combinación de factores, tanto biológicos como ambientales, que pueden ayudar a explicar por qué se padece el TDAH:

Factores biológicos: El temperamento de la persona, que influye en su actitud y personalidad; lesiones cerebrales debidas a un trauma de nacimiento o a problemas prenatales. Además, el consumo materno de alcohol y drogas e incluso de tabaco predispone a padecer este trastorno. Y si el padre o la madre ha padecido el síndrome, sus hijos tienen un riesgo del 44% de heredarlo.

Factores del entorno: Entre ellos destacan el estrés familiar y las dificultades educativas. Las psicopatologías paternas, un bajo nivel económico, la marginalidad… un entorno inestable puede agravar de manera significativa el trastorno.

Teniendo en cuenta que estos factores afectan a una gran cantidad de población y no todos padecen el TDAH, la psicóloga Asunción Pérez, del madrileño gabinete Avance Psicólogos, argumenta que en la mayoría de los casos se trata de un modo de comportamiento aprendido, salvo casos excepcionales, como la presencia de un tumor cerebral. Sea de uno u otro modo, ¿cómo puede reconocerse al adulto que padece esta patología, cuáles son sus síntomas? Los síntomas

Cuando una persona adulta padece TDAH no hay duda de que ha sido, en todos los casos, un niño hiperactivo, explica la psicóloga. Por ello, desde su infancia habrá presentado síntomas como inquietud, nerviosismo, dificultades para centrarse en una tarea o impaciencia. Cuando el trastorno ha pasado desapercibido o no se ha diagnosticado en la niñez, los adultos suelen experimentar problemas significativos en una o más áreas de la vida, síntoma de que se puede padecer el TDAH:

* Ejecución inconsistente en los estudios o el trabajo: No terminan sus estudios, pierden los trabajos o renuncian con excesiva frecuencia a ellos. Además, poseen un historial de desempeño académico o laboral pobre.
* Poca habilidad para manejar las responsabilidades cotidianas: No suelen poder completar los quehaceres del hogar o las tareas de mantenimiento. También presentan dificultades para pagar las cuentas y organizarse.
* Problemas en las relaciones sociales: Les resulta difícil tener buenas relaciones laborales y personales al no completar las tareas, olvidarse de hacer cosas importantes o molestarse con facilidad por asuntos menores.
* Estrés y preocupación crónicos: Provocados por el fracaso en alcanzar las metas que se han propuesto y la imposibilidad de cumplir con sus responsabilidades.
* Sentimientos crónicos e intensos de frustración, culpa o reproche.
* Síntomas físicos: Taquicardias, diarreas, hormigueos en manos y piernas… Todos los síntomas de un cuadro de ansiedad.

Como explica la psicóloga Concepción Etiens, las consecuencias del trastorno revisten cierta gravedad, ya que muchos adultos hiperactivos se encuentran "de manera más o menos crónica en situaciones de desajuste familiar, social, económico y personal". Como indica la experta, muchos fracasan en los estudios desde muy temprana edad; bastantes, presentan un historial de relaciones sociales y afectivas fracasadas o abandonadas. Y un gran número de personas hiperactivas bebe o fuma en exceso, no administra bien su patrimonio y tiene problemas económicos frecuentes. Algunos hiperactivos cometen delitos que los llevan a prisión. Además, los afectados también presentan niveles de ansiedad y depresión más elevados que el resto de la población. Algunas personas pueden no experimentar problemas significativos hasta llegar a la universidad o en su carrera profesional. A veces, los progenitores pueden haber sido sobreprotectores y han podido reducir el impacto de los síntomas del TDAH hasta que su hijo o hija ha comenzado a vivir independientemente como adulto.
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Las soluciones

Actualmente no se conocen medidas preventivas para reducir la incidencia del TDAH.

Actualmente no se conocen medidas preventivas para reducir la incidencia del TDAH

Sin embargo, una detección e intervención tempranas pueden reducir la gravedad de sus síntomas, labor que, como aseguran las expertas, siempre debe desempeñar un profesional cualificado, que será quien determine si los problemas que presenta el paciente se deben al TDAH, a alguna otra causa, o a una combinación de factores. El diagnóstico pueden realizarlo psicólogos clínicos, médicos (psiquiatras, neurólogos, médico de familia…), o trabajadores sociales clínicos. Lo importante, como subrayan desde Previ, es que tenga probada experiencia trabajando con adultos que presentan el TDAH, ya que esta dolencia en los adultos no es aún muy conocida y no siempre se les atiende correctamente.

Tras el estudio y diagnóstico de cada paciente, la necesidad de abordar el trastorno con terapia y con fármacos, o sólo con terapia, se determina en función de la severidad de los síntomas. Pero, como indican desde el gabinete valenciano Previ, el tratamiento ya supone un control, "y una atenuación de los síntomas que puede dar lugar a una buena adaptación y a que la persona se sienta mas responsable de su vida".

El tratamiento farmacológico es una ayuda más para que este tipo de pacientes pueda funcionar y encajar mejor en la sociedad, indica la experta de la Clínica Arga, quien indica que los medicamentos utilizados habitualmente en el tratamientos del TDAH son los estimulantes del sistema nervioso central, como algunos derivados de las anfetaminas, "fármacos muy eficaces para reducir la hiperactividad e impulsividad y para ayudar a mejorar la atención y concentración", señala.

Desde la terapia se puede trabajar técnicas de aucontrol, de relajación de habilidades sociales, de solución de problemas y trabajo sobre ideas irracionales. Estas técnicas de modificación de conducta son fundamentales en el tratamiento del TDAH y son el único tratamiento elegido para los problemas leves de déficit de atención. Otras modalidades de tratamiento psicológico incluyen terapias enfocadas para la disminución de la ansiedad, las terapias para la mejora de las habilidades sociales y ciertas terapias de grupo.

Asimismo, la psicóloga Asunción Pérez explica la importancia que "construir una escala de valores" tiene en la mejoría de estos pacientes, que deben tomar conciencia de la importancia de "frenar y replantearse su modo de vida". Concepción Etiens señala que la solución puede estar también en el entrono familiar, que puede resultar de gran ayuda para un adulto hiperactivo. Pueden "servirle de refuerzo" en las conductas y habilidades que se consideran necesarias para llevar una vida normal y estable, implicarse en la resolución conjunta de problemas, así como tolerar sus altibajos o conductas no apropiadas.

Sindrome de Peter Pan

Son adultos sólo en apariencia porque su actitud continúa siendo la de alocados niños y adolescentes que no se responsabilizan de sus actos. Las personas que padecen el síndrome de Peter Pan o de Inmadurez Emocional son incapaces de crecer, y su alegría y seguridad suelen ser una máscara que esconde su inseguridad y temor a no ser queridos. Aunque difícil de solucionar porque es un problema que no reconoce quien padece el trastorno, puede superarse con terapia psicológica y ayuda de sus parejas o familiares.

* Autor: Por MARÍA ÁLVAREZ
* Fecha de publicación: 11 de enero de 2006

Incapaces de crecer

Hijos que nunca creen apropiado marcharse de casa, cuarentones con una vida social típica de un adolescente, amistades y grupos de salida mucho más jóvenes… Se trata de personas que, a pesar de haber alcanzado la edad adulta, son inmaduros emocionales y no quieren o son incapaces de crecer y afrontar las responsabilidades que conlleva la vida adulta. Son personas que padecen el denominado síndrome de Peter Pan, un nombre que se basa en el conocido personaje de la literatura infantil creado por el escocés James Matews Barrie en el año 1904. La primera vez que se utilizó el nombre de Peter Pan, haciendo alusión a un problema emocional fue en el año 1966, cuando el psiquiatra Eric Berne se refirió con este nombre al niño que todo adulto lleva dentro y que está centrado sólo en satisfacer sus propias demandas y necesidades. Casi veinte años más tarde, en 1983, el psicólogo Dan Kiley escribió en un libro en qué consistía el que ya denominaba como "síndrome de Peter Pan". El psicólogo lo aplicaba, tal y como se continúa haciendo en la actualidad, para definir a los adultos que no quieren o se sienten incapaces de crecer. Un año después utilizó el término de "Síndrome de Wendy" para describir a quienes actúan como padre o madre con su pareja o con la gente más próxima, liberándoles de la asunción de responsabilidades.

La infancia es una etapa de felicidad, en la que no se tiene conciencia de la existencia de problemas, ya que otros (padres, maestros, abuelos…) los solucionan por ellos. Hacia el final de la adolescencia, sin embargo, se produce un cambio de mentalidad y una toma de conciencia sobre las responsabilidades que hay que tomar. Cada persona empieza a orientar su vida hacia una determinada dirección, aunque algunos individuos se niegan a superar esta etapa y se resisten a crecer y afrontar responsabilidades de la vida adulta. Según indica la psicóloga María Rodríguez, del Centro psicológico de Estudio y Terapia del Comportamiento de San Sebastián, las personas que padecen este trastorno tienen un cuerpo de hombre con mentalidad de niño. El síndrome de Peter Pan puede darse en ambos sexos, aunque es más frecuente entre los hombres, según explica Concepción Etiens, psicóloga de la clínica Arga de Madrid. El de Wendy, por el contrario, es más frecuente entre mujeres (madres o parejas) que suelen justificar las "niñerías" de estos adultos incapaces de crecer y soportan, e incluso alientan de manera involuntaria, la actitud infantil y enfermiza del Peter Pan de turno. Cómo reconocerlo

Los adultos que padecen este trastorno lo son "sólo de nombre", como indica Concepción Etiens, porque actúan como niños a pesar de ser adultos, que en muchos casos superan los veinte y treinta años. Estas personas crean entre sus familiares, sobre todo, un alto grado de confusión porque a primera vista aparentan estar seguros de sí mismos, incluso, tal y como explica la experta, pueden parecer personas arrogantes. "Son capaces de entrar a una reunión y cautivar de inmediato a su auditorio. Su presencia no suele pasar desapercibida: chispeantes, seductores… hacen que los demás parezcan insignificantes", detalla la psicóloga.

Sin embargo, Etiens subraya que se trata de personas indecisas e inseguras, que temen que no les amen y camuflan sus inseguridades con una máscara de seguridad y alegría ficticias. Quienes padecen el síndrome de Peter Pan se esconden detrás de fachadas y excusas; disimulan su incapacidad de madurar con juegos, pasatiempos, negocios fantásticos, grandes proyectos imposibles y aventuras amorosas. "Por una parte, suelen ser personas divertidas y a su lado todo parece pura alegría de vivir. Pero por la otra, tratan de evadir continuamente sus responsabilidades y se refugian en fantasías imposibles de cumplir y culpan a los demás de todo lo que les ocurre"y, aunque encantadores al principio, después de un tiempo suelen tener graves problemas de adaptación en el trabajo o sus relaciones de pareja.

Suelen tener graves problemas de adaptación en el trabajo o sus relaciones de pareja

Si bien pueden camuflarse bajo un tiempo, es fácil terminar reconociéndolos, ya que según la psicóloga donostiarra, su comportamiento presenta las siguientes características:

* Le seduce más la juventud, que suele tener idealizada, que su momento real de madurez.
* Tiene un enorme miedo a la soledad.
* Es inseguro, aunque no lo demuestre e incluso pueda aparentar lo contrario.
* Su actitud se centra en recibir, pedir y criticar y no se molesta en dar o hacer.
* No está hecho para la vida adulta, no se compromete por creer que el compromiso es un obstáculo para su libertad.
* Tiene al lado a otra persona que cubre estas necesidades básicas.
* No se responsabiliza de lo que hace, pero cree que los otros sí lo hacen
* Vive centrado en sí mismo: sus disgustos, su estrés, su excesivo trabajo...
* Aunque disfrute de éxito profesional, económico... se da cuenta de que su vida no tiene la firmeza ni la estabilidad que le gustaría
* Está permanentemente insatisfecho con lo que tiene, pero nunca toma iniciativas ni hace nada por solucionar su situación.

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Cómo solucionarlo

No es fácil enfrentarse a un problema cuando no se reconoce su existencia, y ésta suele ser la principal característica en quienes padecen este síndrome de inmadurez emocional. Por ello es esencial que, en primer lugar, "el enfermo sea capaz de darse cuenta de que su actitud no es normal ni adecuada y asumir que tiene un problema". Y, aunque para muchas personas pueda parecer obvio, "no es tarea sencilla", según asegura Rodríguez, porque culpar y hacer responsables siempre a los demás de todo cuanto les sucede es parte de este síndrome.

Culpar y hacer responsables siempre a los demás de todo cuanto les sucede es parte de este síndrome

La asunción de su responsabilidad no llega en muchos casos hasta que sienten en carne propia las consecuencias de sus actos, y es únicamente entonces cuando piensan en la necesidad de algún cambio de actitud.

Las conductas ejercidas durante muchos años no se modifican fácilmente, por lo que una terapia psicológica sería la mejor indicación, en opinión de la experta del Centro de Estudio y Terapia del Comportamiento de San Sebastián, quien añade la conveniencia de comenzar con una terapia de pareja o familiar, para evitar el error de considerar que el problema se encuentra sólo en uno de los integrantes de la familia o la pareja, cuando en muchos casos los demás favorecen, sin darse cuenta, conductas de este tipo. Hay que tener en cuenta, además, que si no se supera esta fase, se puede originar en quien padece el trastorno diversas quejas emocionales:

* Baja autoestima: Lo quiere todo y no está dispuesto a renunciar a nada de lo que tiene ni a poner nada de su parte para conseguir las nuevas metas y objetivos. No conseguirlo le genera una frustración continua e importantes problemas de autoestima.
* Sentirse incomprendido: Siempre culpa a los demás de todo cuanto sucede en su vida, incluso de situaciones provocadas por su inmadurez. No se siente parte del problema o dificultad, y ni siquiera es capaz de creer que él pueda tener algo que ver con la evolución de los problemas.

A pesar de que, efectivamente, no es fácil tratar el problema, María Rodríguez propone una serie de pistas que pueden ayudar a que un adulto que presenta este trastorno emocional pueda recuperarse del síndrome, soluciones en las que debe intervenir la pareja o familiares del enfermo:

* Permitir que se enfrente la realidad y asuma las consecuencias de su conducta: Por más duro que parezca al principio, no hay que hacerse cargo de sus responsabilidades. Si no paga las cuentas, la familia no lo debe hacer por él; si se queda dormido sin ir a la universidad o al trabajo, no hay que despertarlo… Es el único modo de ayudarles a ser conscientes de que tienen una responsabilidad que cumplir y que nadie va a asumirla por ellos.
* Ante sus continuadas quejas, en vez de consolarle, hay que dejar que tome iniciativas para cambiar la situación. Pero no hacer las cosas por ellos no impide darle apoyo y ayudarle a observar los aspectos positivos de su personalidad fomentando que desarrolle su potencial adulto basándose en ellas.

sindrome de Wendy

Miedo al rechazo, al abandono, deseo de complacer a los demás y sobre todo a la propia pareja… Estas son algunas de las causas que se encuentran tras el llamado 'Síndrome de Wendy'. Una compleja conducta que a simple vista no tiene patología alguna y guarda una estrecha relación con el más conocido 'Síndrome de Peter Pan', descrito por el psicólogo Dan Kiley en 1983 y que hace referencia a todos aquellos hombres y/o mujeres que no quieren crecer.

* Autor: Por MARÍA RODRÍGUEZ
* Fecha de publicación: 9 de febrero de 2006

¿Quién es Wendy?

Wendy es aquella mujer u hombre que se encuentra detrás de un Peter Pan. Y es que, como relata el psicólogo clínico Ángel Marín Tejero, "tras un Peter Pan siempre tiene que haber una persona, hombre o mujer, dependiendo del caso, que se encargue de hacer todo aquello que no hace él. Peter Pan no existe si no hay una Wendy que le aguante". Pese a ello, el psicólogo Marín Tejero asegura que no se puede hablar del Síndrome de Wendy como una patología. "Hay trastornos de la personalidad que se podrían asemejar a éste síndrome, pero éste síndrome como tal no es una patología clínica, lo que no quiere decir que con el tiempo no acabe produciendo desajustes y sufrimiento, tanto en la persona que lo sufre como en quienes le rodean".

El Síndrome de Wendy se puede definir como el conjunto de conductas que realiza una persona por miedo al rechazo, por necesidad de sentirse aceptado y respaldado, y por temor a que nadie le quiera. En definitiva, por una necesidad imperiosa de seguridad. "Cuando el sujeto actúa como padre o madre en su pareja o con la gente más próxima, liberándoles de responsabilidades, podemos hablar de Wendy", explica la psicóloga Pilar Arocas, quien añade que "estas conductas pueden darse tanto dentro del núcleo familiar, en los roles de padre-madre sobreprotectores, como en las relaciones interpersonales, con aquellas personas muy cercanas". La madre que despierta todos los días a su hijo para que no llegue tarde a clase, aquella que le hace los deberes, le resume las lecciones o subraya los apuntes, la esposa que asume todas las responsabilidades domésticas… es una Wendy en el núcleo familiar. Lo mismo ocurre en la relación de pareja si es ella o él quien toma todas las decisiones y asume las responsabilidades, actúa como madre o padre y como esposa-esposo o justifica la informalidad de su pareja ante los demás.

Las conductas más significativas que acompañan una persona que padece este síndrome los las siguientes:

* Sentirse imprescindible
* Entender que el amor es sacrificio y resignación
* Evitar a toda costa que alguien se enfade
* Intentar continuamente hacer feliz a la pareja
* Insistir en hacer las cosas por la otra persona
* Pedir perdón por todo aquello que no ha hecho o que no ha sabido hacer
* Necesidad imperiosa de cuidar del prójimo
* Convertirse en un progenitor o progenitora en la pareja

Los psicólogos aquí consultados aclaran que en algún determinado momento de la vida todas las personas pueden actuar de esta forma. Por tanto, "para hablar de un verdadero Síndrome de Wendy habría que tener en cuenta que todas estas acciones se basan en ese miedo al abandono y son constantes en el tiempo", explica la doctora Arocas. Origen del trastorno

Actualmente no existen estudios epidemiológicos que arrojen unos datos fiables sobre el porcentaje de la población que puede sufrir este síndrome. No obstante, sí se han establecido las diferentes variables que pueden desencadenar su aparición. "Lo primero que hay que tener en cuenta es que puede afectar tanto a hombres como a mujeres, aunque es cierto que es más frecuente en ellas", comenta Ángel Marín Tejero.

Afirmación que corrobora la psicóloga Pilar Arocas, quien añade que "esta diferencia entre los sexos puede ser debida, entre otras cosas, a la cultura en la que estamos inmersos. Queramos o no, todavía sigue siendo la figura de la mujer quien tiene más peso en el cuidado de los miembros de la familia y esas ideas que se nos inculcan en el proceso educativo tienen su respuesta en la vida adulta".

Y es que el Síndrome de Wendy no depende de un sólo factor, sino de un conjunto de variables, entre las que destacan la educación recibida, la personalidad y las circunstancias que rodean a la persona. No obstante, la doctora Arocas reconoce que ninguna de estas variables por separado sería la responsable de su aparición. "Por ejemplo, la educación recibida no determina necesariamente este tipo de conductas. En ocasiones, tener una madre o un padre sobreprotector puede crear en sus hijos o hijas un gran deseo de independencia. Aunque es cierto que también hay ocasiones en las que se perpetúan los patrones de conducta adquiridos y vistos durante la infancia y adolescencia, continuando el ejemplo de los superiores", subraya.

¿Se trata de un síndrome de la nueva sociedad? "Rotundamente, no. Lo que ocurre es que hace años no se planteaban estos asuntos. Las cosas eran así, y así estaban bien", asegura el doctor Marín Tejero. "Ahora la mujer sale de casa a trabajar y es consciente de que existen más cosas, además del hogar. Se carga con nuevos roles, sin abandonar los antiguos, se satura de responsabilidades y ni se plantea que podría negociar con su pareja su nueva situación, y al final acaba sintiéndose mal, sin identificar exactamente qué le ocurre. Algunas mujeres, en este punto, piden ayuda profesional, pero muchas sufren en silencio sin saber que hacer", añade el psicoterapeuta. Se trata, según los expertos, de un cambio en los roles que cuesta asumir tanto al hombre como a la mujer.

Lo que tampoco resulta sencillo es su detección. La mayoría de las mujeres y de los hombres acuden a la consulta del especialista porque se sienten 'quemadas' y 'quemados', no están felices con su vida y siente una insatisfacción total en sus relaciones de pareja. Sólo a través de las sesiones de terapia van descubriendo la razón de malestar. Una sensación que también afecta a aquellas madres que ven que sus hijos no quieren crecer y evitan tomar responsabilidades acordes con su edad. "Es por ello que este síndrome de Wendy se relaciona con el de Peter Pan, pues es frecuente que madres 'Wendy' generen hijos 'Peter'", aclara Pilar Arocas.

Sin embargo, no existe una edad definida a la que pueda aparecer, aunque es en los últimos años de la adolescencia, cuando están ya formadas las características de la personalidad, cuando se pueden observar los primeros signos que delatan que la persona pueda sufrir este síndrome en algún momento de su desarrollo evolutivoómo superarlo

En muchas ocasiones son los propios afectados los que acuden por su propia voluntad a la consulta del psicólogo, "aunque no son conscientes de lo que les sucede. No son capaces de comprender qué les pasa", asegura Ángel Marín Tejero. Para quienes sufren este trastorno su forma de actuar es una necesidad y no consideran que lo estén haciendo mal, sino que simplemente con su actitud cubren unas necesidades de afecto, pertenencia y seguridad.

Su superación depende en un alto porcentaje de la capacidad de quien lo sufre y de reconocer que sus conductas son equivocadas. "Deben reconocer sus propios miedos y a partir de ahí aprender a tener su propio sitio. Transigir pero con cautela, ser flexible, tolerar al prójimo, pero sin aceptar por ello todo lo que le digan", explica la psicóloga Arocas.

Se trata, en definitiva, de:

* Establecer relaciones equitativas con las personas: escuchar activamente los problemas de los demás, pero sin sentirse obligado por ello a resolverlos.
* Incrementar la autoestima personal.
* Acostumbrarse a decir NO.
* Aprender a madurar, a pensar que cada uno es responsable de su vida.
* No asumir los deberes y responsabilidades del otro.
* Ser consciente de que los cambios de hábitos son lentos, no se producen de la noche a la mañana.

Estas pautas sirven como prevención y superación de este trastorno. La conducta de cualquier 'Wendy' está basada en el miedo al rechazo personal, en el complejo de inferioridad y el impulso por agradar a todos. Por tanto, si en el proceso educativo se enseña a la personas conductas asertivas -aquellas que defienden los propios derechos, sin agredir a los demás ni dejarse avasallar-, se enseña a desarrollar una sana autoestima, a aprehender unas adecuadas habilidades sociales que hagan de las relaciones sociales un foco de satisfacción y gratificación, las personas estarán más cualificadas para evitar el sufrimiento que a la larga supone este síndrome.

domingo, 7 de noviembre de 2010

La autolesión como epidemia

Los adolescentes siempre son tema de examen: acoso en la escuela, rendimiento en el informe PISA, botellón del fin de semana o la amenaza de las drogas. Les juzgan la prensa, los políticos, los profesores, los padres, e incluso los propios compañeros. Sin embargo, hay algo que transcurre a espaldas de todos. Muchos jóvenes sienten dolor emocional y sólo han encontrado una forma de superarlo: la autolesión. En el Reino Unido, con la tasa más alta de autoagresiones de Europa, se están lanzando campañas de concienciación para padres y educadores. En otros países, como España, el problema sigue en la sombra.


Uno de cada 10 ó 15 adolescentes del Reino Unido se hace daño deliberadamente y a escondidas para superar la ansiedad, según el informe Truth Hurts, realizado por el gobierno británico a jóvenes de entre 11 y 25 años. Los que buscan ayuda se encuentran con el ridículo y el desprecio, de ahí que lo lleven en secreto. Por este motivo, se cree que las cifras están infravaloradas. Es decir, que en un aula de 40, puede que haya más de cuatro que se corten, se quemen, se arañen, se muerdan, ... para aliviar su ansiedad, y sin que nadie lo sepa.

«Tenemos la tasa más alta de autolesión de Europa, pero el desconocimiento sobre el asunto es tan abrumador, que las cifras aumentarán a menos que actuemos inmediatamente», dijo Catherine McLoughlin, directora del Truth Hurts. «Es una epidemia oculta de proporciones alarmantes de la que no sabemos prácticamente nada de por qué ocurre y cómo pararla». Según esta especista, se sabe tanto de autolesión ahora como de anorexia hace 20 años.

«Nos faltan datos, pero creemos que está mucho más extendido de lo que parece», dijo a KINDSEIN Janis Whitlock, directora del proyecto de investigación sobre comportamiento autoagresivo de la Cornell University, en Nueva York. «Hay personas estudiando este asunto en Nueva Zelanda, Gran Bretaña, Australia, Alemania, Canadá y Estados Unidos, pero queda mucho por hacer porque el campo de investigación es relativamente reciente». Según Whitlock, no hay ni un departamento en particular en Estados Unidos donde se pueda ir a estudiarlo, sólo individuos aislados que trabajan en este área.

En España, no hay datos al respecto. Sin embargo, los teléfonos de atención al menor sí se encuentran con casos de niños que se autoagreden. «No nos llaman casi nunca por el motivo de la autolesión, pero después de estar un rato hablando con ellos, sí nos cuentan el problema», nos explicó Ana de Andrés, subdirectora del teléfono del menor ANAR (Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo). «Se tiende a decir que lo hacen para llamar la atención, pero ¿sobre qué? No tiene por qué ser gratuito, algo tiene que estar pasando. Además, estas autolesiones se esconden con muñequeras, con ropa larga en verano,... El tomarlo como algo frívolo puede ser peligroso. Hay que preguntarse ¿por qué?».

La opinión de los adultos

El informe Truth Hurts desvela que el miedo a la reacción de los adultos y los médicos hace que la mayoría de jóvenes no se atreva a buscar ayuda. El motivo es que los adultos tienden a fijarse sólo en la autolesión y no en las causas que se esconden detrás de ese comportamiento.


.... «Tengo amigos que se autolesionan y creo que la clave para trabajar con estos jóvenes es aceptarles, cuidarles e interesarse por su problema... tener la oportunidad de hablar sobre lo que hacen sin que la otra persona esté incómoda o alarmada. Les ayuda mucho leer artículos sobre autolesión y aprender que no son los únicos en el mundo que lo hacen».... Testimonio de Truth Hurts


Un estudio escocés que salió a la luz el pasado febrero reflejaba la opinión de los adultos sobre la autolesión en adolescentes :

— El 41% piensa que es una forma de llamar la atención.
— El 34% piensa que son manipuladores.
— El 56% reconoce que no sabría qué hacer para ayudar a un adolescente que se hace daño.
— El 15% cree que es un intento fallido de suicidio.

Dolor emocional

«Hay muchas ideas equivocadas en torno a la autolesión que llevan al misterio y la incomprensión», dijo Linda Dunion, directora de la campaña escocesa de concienciación See Me. «La autolesión es una señal de dolor emocional y muchos de los que lo hacen lo describen como una forma de estar vivos, aunque demasiado a menudo se confunde con un intento de suicidio».

Según los expertos en el tema, la autolesión es un mecanismo de supervivencia que tienen algunos adolescentes para sobrellevar el trauma psicológico o el dolor emocional. A menudo está relacionado con la incapacidad para expresar sentimientos por temor a entrar en conflicto. Las víctimas suelen pensar que su rabia sería incontrolable y muy destructiva, y expresan su frustración a través de su propio cuerpo.


.... «Me hacía arañazos en los brazos con las llaves. Y sentía el dolor que había estado dentro pero no había sabido cómo comunicar. El dolor físico reemplazaba al dolor emocional. Me aliviaba. Debería haber gritado, simplemente, pero sentía que no merecía ser escuchada».... Carolyn Smith, autora de Cutting it Out

«Son las llamadas más difíciles de entender», dice Ana de Andrés. «Aquellos que nos dicen que no saben por qué lo hacen pero cuando empiezan a cortarse, se les pasa la ansiedad». Según esta psicóloga, la autolesión es algunas veces una forma de rebeldía contra los padres. «Pero es una señal clara de que hay un problema psicológico grave: ansiedad, estrés, angustia,...».


.... «La primera vez que me corté tenía 15 años. Mi vida estaba destrozada por el acoso que sufría en la escuela. La mayoría de las burlas estaban relacionadas con el acné. Durante los cuatro años que pasé en el colegio me llamaban "cara de pizza". No tenía amigos, estaba increíblemente sola, me volvía introvertida, y sólo encontraba consuelo en la soledad de mi propia compañía. (...)Una tarde soleada, poco después de mi 15º cumpleaños, me tumbé en la cama sintiendo una desesperada necesidad de hacer algo, cualquier cosa, para parar el dolor que sentía como un dolor físico en el abdomen. Todavía me pregunto qué me impulsó a hacerlo, pero me encontré con una cuchilla en la mano. Pasé el filo ligeramente por mi muñeca. Sentí como un pequeño escozor y, lentamente, empezaron a aparecer pequeñas burbujas de sangre. Sentí euforia, terror, fascinación y asco. Tuve una subida de adrenalina seguida de una profunda sensación de calma. El caos cesó en mi cabeza. Todo era simple, nada era complicado. Los sentimientos de rabia, odio y confusión habían remitido. Sentí que me habían tranquilizado, adormecido. ».... Escrito por Clare Gerrard, para The Guardian. 28 noviembre 2003.

El Truth Hurts —realizado por la Camelot Foundation y la Mental Health Foundation— revela que la edad media a la que empieza esta conducta es los 12 años. Pero incluso hay niños de cinco y siete años que lo hacen. Y cada año, más de 24.000 jóvenes ingresan en el hospital a causa de una autoagresión. Pero los propios autores del estudio reconocen que estas cifras no son de fiar porque la mayoría de los jóvenes se tratan en casa y no llegan a ir al hospital.

Los especialistas españoles consultados por KINDSEIN nos remitieron a los libros de psiquiatría para que buscásemos el capítulo de la autolesión en determinadas patologías mentales. Fue el caso del doctor César Soutullo, psiquiatra infantil de la Clínica Universitaria de Navarra. La doctora Pilar Gamazo, psiquiatra infantil del mismo centro, dijo: «Vemos muchos adolescentes en la consulta que se autolesionan, es muy común, y puede deberse a muchas patologías, depresión, ansiedad, personalidad límite, retraso mental,... puede haber mil cosas detrás, pero es recomendable que, cuando se detecte, se acuda a un especialista porque, aunque podría ser una tontería, puede ser un primer paso hacia un intento de suicidio».

Según la campaña See Me, sin embargo, lo más recomendable no es arrastrarles inmediatamente al médico sino tomarse antes un tiempo para escucharles, sin juzgarles. En See Me, se recomienda encarecidamente tanto a los jóvenes como a los adultos que escuchen y que dejen de pensar que hablar de los problemas puede empeorar la autolesión.


....«Un amigo se lo contó al director, que dijo que era necesario contárselo a mi madre. Me sentí como si yo no tuviese ninguna voz en lo que estaba pasando y perdí el control. Así que las autolesiones empeoraron. Mi madre estaba alarmada y me obligó a ir al médico al día siguiente. El médico me miró de forma distinta cuando le expliqué para qué estaba allí. Era como si estuviese molestándole o haciéndole perder el tiempo. Miró mi brazo y me dijo que era sólo superficial y que indagaría para ver qué podía hacer conmigo. ».... Testimono de Truth Hurts

Hay muchos motivos que llevan a los adolescentes a cortarse o hacerse daño. En el informe británico se citan: el acoso escolar, no llevarse bien con los padres, el estrés y la preocupación por las notas y los exámenes. También se mencionan: las familias rotas, el dolor por la muerte de un ser querido, o los problemas relacionados con la raza, la cultura, la religión y la baja autoestima.

El control de la propia vida

Según Truth Hurts, una de las cosas que la autolesión ofrece a los jóvenes es el sentimiento de control de algo en sus propias vidas. Temen perderlo si revelan su secreto. De los jóvenes encuestados, aquellos que se atrevieron a hablar con adultos para contarles su problema dijeron que sólo les sirvió para que les arrebatara el control sobre su propia vida y la toma de decisiones. Por ejemplo, no se les preguntó qué servicios o qué tipo de ayuda les parecía más adecuada. Y esa pérdida de control, según reza en el informe, empeoraba la autolesión.


.... «Iba a una escuela en la que mi autolesión se trató muy mal. Hubo una especie de chismorreo entre los profesores y, al final, el director del colegio me dijo que la abandonara. Dijo que yo era una persona encantadora pero que no podía consentir eso en su escuela».... Testimonio del Truth Hurts

La mayoría de los adolescentes que participaron en la encuesta cree que no tiene a nadie con quien hablar de este delicado asunto. Muchos tampoco saben cómo buscar ayuda profesional. Y otros no quieren revelarlo porque creen que podría afectarles en su futuro: «Algunos testimonios de los jóvenes muestran que les preocupa no poder trabajar en profesiones como enseñanza, enfermería o cuidado de niños, porque la gente opina que la gente que se autolesiona es "peligrosa" y no debería permitirse que trabajara con niños», dice el Truth Hurts.


.... «Se lo conté a mi tutor y me dijo que "la próxima vez lo hiciese mejor". Creo que estaba tratando de ser gracioso, pero aquello hizo que dejara de buscar ayuda en el colegio y deseé no habérselo contado al profesor. Él no volvió a mencionarlo».... Testimonio del Truth Hurts


Internet: el peligro del efecto de contagio

Los foros y los chats se han convertido en lugares muy frecuentados por estos jóvenes en busca de ayuda o comprensión.

Un equipo de investigadores de la Universidad de Cornell estudió unos 500 foros de Internet sobre autolesión. El estudio (documento PDF), dirigido por la doctora Janis Whitlock, ha revelado que estos foros ofrecen un lugar seguro para estos adolescentes que se sienten solos y quieren compartir su secreto. La mayoría de los mensajes son de ánimo y suponen un apoyo importante para los jóvenes que se sienten marginados y avergonzados por lo que hacen. Pero también se encuentran mensajes que refuerzan los comportamientos de autolesión y podrían, advierten estos expertos, crear un "efecto de contagio".

«Los foros proporcionan un entorno positivo, ya que un desarrollo emocional y social sano depende de la habilidad de los adolescentes para establecer relaciones de cariño significativas, de sentirse aceptados e integrados en grupos sociales y de establecer intimidad interpersonal», dice Whitlock. «Internet hace posible lo que hasta ahora era imposible. Los jóvenes que hasta ahora nunca se habrían encontrado se están uniendo».

Pero estos foros rara vez están regulados o moderados, y, según los autores, pueden exponer a los jóvenes más vulnerables a una subcultura que normaliza y estimula el comportamiento autolesionante que podría ser adictivo e incluso letal. «Un pequeño porcentaje de los posts reforzaban la parte negativa de este comportamiento, y enseñaba a los niños cómo hacerlo, cómo cortarse mejor o más profundamente o cómo conseguir toda la parafernalia», dijo John Eckenrode, catedrático de desarrollo humano en la Cornell y uno de los autores del trabajo. El estudio se publica en un número especial de este mes de Development Psychology.

En la encuesta del Truth Hurts, los participantes se mostraron preocupados porque algunos foros o sitios web contenían información inútil o engañosa, y se hace hincapié en la necesidad de divulgar los sitios serios y acreditados que proporcionan apoyo e información muy útil para los jóvenes.


....«Tengo 17 años y hace alrededor de un año que empecé a auto-lesionarme. No sé bien como empezó, sólo recuerdo que cuando tenía como 10 años mientras mis padres discutían rompí un vaso y lo pase por mi muñeca. Nunca supe en ese momento porque lo había hecho».... Testimonio hallado en el web de autolesion.com.

..... «...intenté hablar con mis padres, les dije que me sentía muy triste y justo cuando comenzaba a abrirme con ellos mi padre me dijo: "Luego se te pasará" (...) Y mi madre me dijo: "Espérate, que estoy viendo la televisión". Me sentí mas estúpido que nunca. Fui directo a mi habitación. Me encerré, tomé de nuevo el compás, y esta vez las heridas fueron mucho mas profundas que antes, pero aliviaron un poco mi dolor. Entonces simplemente me recosté, y me salieron las lágrimas. Jamás me había sentido tan patético en mi vida».... Testimonio enviado a un foro de Ya.com en el que reza: Si te cortas, te quemas, te golpeas... aquí podrás hablar de ello con normalidad.

Líneas de ayuda telefónica

Los teléfonos de ayuda al menor son una vía fácilmente accesible que proporciona orientación y apoyo de forma confidencial a jóvenes, familiares y amigos. El teléfono ANAR funciona en el Estado español desde 1994. Recibe consultas de niños de todas las edades, y éstas pueden ser totalmente anónimas, según Ana de Andrés. Los niños sólo tienen que decir alguna referencia, aunque sea inventada, para que los psicólogos que contestan al teléfono puedan reconocerles si vuelven a llamar y orientarles para solucionar su problema.

Según de Andrés, desde que los niños han empezado a tener teléfono móvil cada vez reciben consultas de niños más pequeños. Y el 75% de las llamadas son de chicas.

Teléfono ANAR: 900202010

Los góticos

Hay ciertas tribus urbanas que parecen tolerar o favorecer los comportamientos de autolesión. Un ejemplo son los góticos, una subcultura que arrancó en los años 80 a raíz del movimento post-punk y que resurgió a mediados de los años 90. Sus seguidores visten de negro, se blanquean el rostro y lucen iconos como calaveras o cruces.

Unos científicos de la Universidad de Glasgow entrevistaron recientemente a 1258 adolescentes a los 11, 13, 14 y 19 años. De los que se consideraban góticos, el 54% se había autolesionado y el 47% había tratado de suicidarse. Sin embargo, la mayoría de los que se autolesionaron, lo hicieron a los 12 o 13 años y no se hicieron góticos hasta un par de años después. El estudio se publicó el mes pasado en el British Medical Journal.

Técnicas de distracción

La mayoría de los jóvenes consultados para el informe Truth Hurts dijo que tenía alguna técnica para distraerse que le hacía olvidar las ganas de autolesionarse. Las más populares eran:

— Usar un bolígrafo rojo para marcar en lugar de cortar
— Golpear una bolsa de boxeo para liberar la rabia y la frustración
— Ejercicio físico
— Hacer mucho ruido, tanto con intrumentos musicales como golpeando cacerolas
— Escribir los sentimientos negativos en un papel y después hacerlo pedazos
— Escribir un diario
— Hablar con un amigo (no necesariamente sobre autolesión)
— Crear un collage o algún trabajo artístico
— Buscar información en Internet
— Sostener cubitos de hielo en la mano hasta que se derritan


.... «Todavía no alcanzo a comprender por qué empecé a cortarme las muñecas. Tenía 12 años cuando empecé, y estaba muy deprimida, enfadada y sola. Un día, me dí un fuerte golpe accidentalmente en la mano contra la cama y experimenté una repentina sensación de alivio. Después, por algún motivo, decidí cortarme para ver si podía lograr que las buenas sensaciones duraran más.

La primera vez que me corté, a penas hice una marca pero me sentí mejor, así que lo hice de nuevo un par de días más tarde, pero, esa vez, corté más profundamente. Empecé a cortarme una vez a la semana, como media. Me sentía culpable sobre lo que estaba haciendo pero se convirtió en la única forma en la que podía continuar. Realmente quería ayuda; Quería parar pero no sabía a quién podía pedírsela.

Oculté lo que estaba haciendo durante meses, pero un día mi madre vió mis cicatrices. No me sentí aliviada de que lo hubiese descubierto: yo no me cortaba para llamar la atención y la idea de tener que parar me aterrorizaba. Ahora, estoy contenta de que ella lo descubriera porque si no habría continuado. Podría haberme cortado mása profundamente por accidente y haber acabado en el hospital.

Ahora sigo una terapia, y no he vuelto a cortarme desde hace nueve meses. Pero, recientemente, cuando estaba triste, le dí un puñetazo tan fuerte a la pared que mis nudillos sangraron. Dejar la autolesión es mucho más difícil de lo que es empezar. Yo quiero dejarlo pero me cuesta mucho cada día».... Lisa, 13 años. Publicado en The Guardian el 26 de marzo de 2006.

La autolesión en adolescentes es un reto y un serio problema de salud pública que todos los que trabajan en contacto con gente joven deben empezar a tener en cuenta. «Ya es hora de dejar de juzgar y empezar a comprender que la autolesión es una respuesta a problemas subyacentes», dijo Linda Dunion. «El secretismo y la vergüenza deben ser reemplazados por comprensión y apoyo para encontrar formas de averiguar las causas del dolor emocional. Estigmatizar a la gente, especialmente a la gente joven, cuando más ayuda necesita, sólo sirve para empeorar las cosas».

En Gran Bretaña, la Mental Health Foundation va a crear un centro de formación para concienciar a los que trabajan con adolescentes. Y la Camelot Foundation pondrá en marcha un web de referencia sobre autolesión. Es un primer paso.

El informe Truth Hurt se puede descargar gratuitamente en www.selfharmuk.org/

jueves, 4 de noviembre de 2010

tlp,¿un trastorno de por vida?

PERSONA-PSI.Dra. Marina AVERBACH Y Luis TESZKIEWICZ.

Gracias a los medios de comunicación, cualquier persona interesada puede saber hoy que muchos diagnósticos, como las adicciones, las psicosis, los Trastornos Bipolares, pueden mejorar con el tratamiento pero que, al menos con los métodos de los que disponemos hasta el presente, no son trastornos curables, esto es, que quien los padece y sus familias tienen que aprender a convivir con el trastorno. Muchos pacientes diagnosticados de TLP se preguntan si ellos se encuentran en el mismo caso.

En realidad, en muchos casos de TLP y luego de un tiempo variable de tratamiento, nos vemos forzados a modificar la presunción diagnóstica, y no siempre porque ese diagnóstico haya sido erróneo. No es infrecuente que, una vez resueltos los síntomas más acuciantes y reducida la ansiedad que éstos conllevan, emerjan otros cuadros subyacentes, enmascarados hasta entonces por la tempestad sintomática. Circunstancia que se ve confirmada por el hecho de que el TLP es un trastorno de juventud, que suele mejorar con los años y que, en general, no se prolonga más allá de la 3ª o 4ª década de vida. Para mostrar lo que queremos decir recurriremos a un par de ejemplos clínicos.

Por razones de discreción no daremos nombres reales ni datos precisos, por lo que necesitaremos de la confianza del lector para aceptar nuestras conclusiones.

José tiene 24 años, no estudia ni trabaja y se pasa el día viendo TV sumido en sus propias ensoñaciones. A los 15 años tuvo una crisis diagnosticada como psicosis tóxica por cannabis. Desde entonces ha padecido sentimientos de vacío e insatisfacción de los que pretende escapar imaginando planes irrealizables, que ni siquiera se esfuerza por llevar a la práctica. Reacciona a la frustración con consumo excesivo de diversas drogas, estallidos emocionales, arranques de ira extrema y conductas violentas que, en forma cíclica, provocan intervenciones policiales e ingresos psiquiátricos.

Cuando se calma recibe el alta y el ciclo recomienza. Los padres atribuyen la mayor parte de las dificultades de José al consumo de drogas, por lo que ha sido sometido ha distintos tratamientos de desintoxicación sin ningún resultado. Sus síntomas coinciden con los del TLP: relaciones personales inestables, impulsividad, inestabilidad afectiva, respuesta agresiva a la frustración, ira inapropiada, trastornos de identidad, sentimientos crónicos de vacío, incapacidad de planificación. Todas las terapias intentadas hasta el momento han sido infructuosas y ésta tampoco parece ser muy prometedora, ya que él no parece dispuesto a colaborar, sólo viene forzado por los padres que, naturalmente, están desesperados. José se considera diferente, pero no enfermo, “los enfermos son mis padres, que no me dejan vivir mi vida”. La culpa de su falta de logros es siempre de los otros, preferentemente de sus padres.

Ciertas características de su personalidad (verborrea, aceleración del habla, expresión mediante metáforas no siempre comprensibles para el interlocutor, megalomanía) nos llevan a modificar su medicación, recurriendo al Litio, un estabilizante del estado del ánimo especialmente indicado en los Trastornos Bipolares. Al mismo tiempo, en una entrevista familiar se establece un acuerdo: José volverá a vivir con sus padres, éstos no lo ingresarán ni forzarán a un tratamiento hospitalario de desintoxicación que él rechaza y dejarán de presionarlo durante un tiempo con el estudio o el trabajo para dar un espacio a su terapia y a que él mismo se haga responsable de su situación., a cambio José se compromete a intentar facilitar la convivencia, cumplir ciertas normas mínimas, dejar de consumir drogas y someterse a controles toxicológicos regulares para demostrar que cumple con su parte del acuerdo (algo ha lo que se había negado hasta el momento).

El cambio es espectacular. José se muestra menos agresivo y con un humor más estable. Aumenta su capacidad reflexiva, reconoce la irrealidad de sus fantasías y la carencia de todo plan para llevarlas a cabo, toma conciencia de que ha vivido en una nube, empieza a buscar una formación profesional que se adecue tanto a sus preferencias como a la realidad. Claro que esta toma de consciencia no es sin sufrimiento: emergen una angustia, tristeza y sentimientos de culpa que hasta el momento no se habían manifestado.

María, 38 años, tiene una larga trayectoria como paciente psiquiátrica y psicoterpéutica, en algunos casos con profesionales reconocidos y de probada capacidad. Ha sido diagnosticada ya hace años como TLP y es así como se presenta. Y efectivamente cumple, y hasta en exceso, los criterios diagnósticos del DSM (7 sobre 5 requeridos):

1º- Relaciones personales inestables con alternancia de idealización y desvalorización.
2º- Impulsividad.
3º- Inestabilidad afectiva con alternancia de alegría, tristeza e irritabilidad.
4º- Ira inapropiada que da lugar a frecuentes discusiones y peleas.
5º- Trastornos de identidad con errónea percepción de sí misma y sus deseos.
6º- Sentimiento crónico de vacío.
7º- Esfuerzos por evitarlo, tan titánicos como ineficaces.).

Su trastorno es diagnosticable como TLP también según los criterios del IEC (6 sobre 3 requeridos para el diagnóstico):

* 1-Impulsividad.
* 2-Ánimo inestable.
* 3-Incapacidad de planificación.
* 4-Respuesta agresiva, o autoagresiva, a la frustración.
* 5-Alteración de la imagen de sí misma y sus deseos.
* 6-Relaciones tan intensas como inestables)

Su síntoma más manifiesto o, al menos, el que ella misma nos ofrece como tal, es la impulsividad y promiscuidad sexual, por las que ella se califica de zorra y otros epítetos igualmente denigratorios. Lo primero que le señalamos es que la consulta no es un confesionario y que no vamos a juzgar moralmente su conducta sexual.

Emerge entonces el carácter compulsivo e insatisfactorio de su vida sexual: no busca en ella amor (o lo busca mal, ya que no lo obtiene) ni placer; se entrega a hombres que la denigran más por impulso que por deseo; puede alcanzar el orgasmo, pero una vez concluida la relación la invaden sentimientos de culpa, vacío y angustia.

Decidimos entonces atender al carácter patológico, sintomático, de una sexualidad que, más allá de su intensidad o frecuencia, la hace infeliz, sin ninguna intención moralizante. Y le pedimos que ella haga lo mismo, y que deje de usar palabras feas para referirse a sí misma. En un tiempo relativamente breve aprende a no responder siempre al deseo del otro, a decir “no” cuando cree que la relación no le resultará satisfactoria, que no la hará más feliz, sobre todo con hombres que no la respeten, que no la reconozcan en su integridad de ser humano. El no responder a su expectativa de condena moral la ayuda a interrumpir un cortocircuito de acting-out y autocastigo (sentimiento de culpa) que conduce fatalmente a un nuevo acting y una nueva culpa, relanzando el ciclo.

Restringida su actividad sexual, no por razones morales sino porque uno debe intentar evitar aquello que no le hace bien, revalorizada por sí misma, María comienza a cuestionar su idealización ambivalente del macho ibérico y su terapia se abre a otros problemas: tendencia al acting, intensa ambivalencia afectiva, reivindicación de una compensación por las injusticias padecidas en la infancia. Deja entonces de cumplir el mínimo de criterios diagnósticos requeridos por el canon y emerge un Trastorno de Personalidad Histriónica, oculto hasta entonces por síntomas más tempestuosos.

Personalmente creo que aún cuando cumplía los criterios diagnósticos del TLP cumplía también con los de un diagnóstico muy anterior de la psiquiatría clásica (tan olvidada y tan útil muchas veces): el de Neurosis Histérica, que parece gozar de peor prensa entre pacientes y familiares que el supuestamente más grave TLP, porque suelen confundir la histeria con la manipulación o con un insulto.

Si el diagnóstico de TLP sirvió en su momento a María para nombrar su malestar y dejar de sentirse un bicho raro, la puesta en cuestión de ese mismo diagnóstico le ha permitido dejar de verse a sí misma como un caso, como una enferma, para comenzar a considerarse como una persona con dificultades psicológicas, primer paso para hacerse responsable de su actitud en la vida y los problemas que esta actitud le produce. Continuamos el tratamiento con antidepresivos y psicoterapia dinámica.

La psicoterapia no es un jardín de rosas ni obra milagros. José y María continúan luchando en sus terapias y sus vidas con sus trastornos, sus síntomas, sus problemas y, de vez en cuando, sufren una recaída. Pero las situaciones han perdido parte de su dramatismo, y esto porque empiezan a vislumbrar que sus trastornos no son una condena a perpetuidad y comienzan a intuir una salida. También para la familia de José ha disminuido la angustia. A la familia de María le resulta más difícil reconocer los progresos logrados por ella, permanecen atados a una imagen ya formada; puede que con el tiempo lleguen a acompañarla, o puede que tenga que seguir sola en este camino. El tiempo lo dirá.

Cada vez llegan más casos a las consultas con síntomas que, en principio, coinciden con el TLP. Creo que como consecuencia de la realidad en que vivimos, con una creciente exigencia de adaptabilidad individual que pone a prueba permanentemente nuestros recursos internos, cada vez llegarán más.

En el cuaderno informativo de ACAI-TPL se los caracteriza, entre otras cosas, por ser “personas, en su mayoría jóvenes, que sufren de una especie de caos personal, que a veces les lleva a poner en peligro su vida”. “Intentan combatir su angustia y el miedo que la conciencia de esta situación les produce, aferrándose en una relación “quasi-simbólica” con cualquier persona, grupo, sectas y también con la droga, el sexo, el juego, etc.”. “Los que se “enganchan” a las drogas van a parar a centros de toxicómanos, pero “en voz baja” le confiesan al terapeuta que toman la droga para intentar evadirse de su angustia y de su caos personal”. ¿ Pero no es esto lo que les ocurre a todos o casi todos los jóvenes que se enganchan a las drogas? ¿Las drogas y el alcohol no son siempre un intento fallido de automedicación? , ¿la necesidad de disponer siempre al alcance de la mano de un objeto para evadirse de la angustia?. Esta constatación clínica ha llevado a ciertos psiquiatras de la Ego Psicology americana a postular que todo drogadicto es un bordeline (trastorno límite). Es más, la excelente descripción de ACAI-TLP que podéis encontrar en su web ¿no describe a un cada vez más amplio sector de la juventud occidental y, como consecuencia de la globalización, mundial?.

Como dice Foucault, cada época histórica ha desarrollado sus propias patologías mentales. ¿No será el TLP, y en general los trastornos narcisistas, por complejas causas sociales y psicológicas, un mal característico del tiempo que nos toca vivir? No quiero con esto negar, todo lo contrario, la existencia de patologías individuales y diagnósticos que permiten agruparlos y orientarnos, a condición de que estos diagnósticos no sean compartimentos estancos en los que encerrar a nuestros pacientes y que estemos siempre abiertos a los cambios que se produzcan a lo largo del tratamiento.

Los diagnósticos no son verdades absolutas sino herramientas útiles para nuestro trabajo. Consecuentemente, la categoría por la que debemos evaluarlos es la de su utilidad. ¿Para qué sirve un diagnóstico o una presunción diagnóstica? Para guiarnos a los profesionales en la elección de la medicación más apropiada y en la dirección de la cura terapéutica.

Pero el TLP, a diferencia del trastorno bipolar por ejemplo, carece, al menos por el momento, de una medicación específica (antidepresivos, ansiolíticos, estabilizantes del estado de ánimo e incluso ciertos antipsicóticos pueden usarse dependiendo de los síntomas).

También se han propuesto diversas técnicas psicoterapéuticas específicas para estos trastornos pero, como dice el psiquiatra y psicoanalista norteamericano Harold Searles, que fue el primero en proponer, (en 1965) una terapia específica para los TLP, otros paciente que padecen diferentes trastornos también podrían beneficiarse de estas técnicas. ¿ Para qué les sirve a los paciente y a sus familias? Para poder nombrar lo que les sucede, para encontrar una causa que ordene la situación; para reducir la culpabilización del sujeto, designado ahora como enfermo, padeciendo de una enfermedad reconocida por la ciencia; para reconocerlo como víctima de un trastorno mental y no simple victimario de la familia, su pareja, sus amigos; para generar la expectativa de, una vez hallada la enfermedad, encontrar también su cura.

Pero también puede producir efectos no deseados: desreponsabilizar al sujeto, que ya no se siente responsable de sus actos porque el responsable es el trastorno; encerrar al enfermo en su enfermedad, desconociendo así sus pensamientos, preferencias, deseos, reivindicaciones, que dejan de ser los suyos para ser considerados efectos de su enfermedad.

El diagnóstico que nos ocupa puede tener también otra utilidad, que podríamos llamar institucional: para reunir a pacientes y familias y reclamar en forma conjunta al Estado recursos prometidos por la Reforma Psiquiátrica pero de los que aún hoy carecemos: Terapias de Grupo, Hospitales de Día, Alojamientos para cuando en una situación de crisis se hace necesario separar temporalmente al paciente y su familia, Unidades específicas de Ingresos Breves que no los fuercen a compartir esos ingresos con pacientes psicóticos, algo que puede resultar contraproducente dada la labilidad sintomática de los TLP. De hecho, ya el parlamento de Andalucía está elaborando un proyecto de ley para TLP que puede llegar a ser de utilidad.

Conclusiones:

Muchos pacientes llegan a la consulta ya diagnosticados, o auto diagnosticados, como TLP. La mayoría, no todos, son casos graves por el grave sufrimiento que padece el paciente y el que provoca en su familia; pero suelen ser muy diferentes entre sí.

En muchos casos, aunque no siempre, éste diagnóstico es correcto. Pero no todos los diagnósticos son compartimentos estancos y definitivos. Los TLP, con el tiempo y un tratamiento adecuado, pueden remitir, reduciendo el sufrimiento y dando lugar a la emergencia de otro trastorno subyacente.

Por otro lado, psiquiatras y psicoterapeutas no atendemos casos, ni enfermedades, ni trastornos, sino seres humanos particulares, complejos, no reductibles a ningún diagnóstico. Todo caso es extraordinario porque todo sujeto es único, irrepetible. Pretendemos escuchar a esta persona, ese ser humano concreto, su malestar, partiendo de la premisa de que es un caso excepcional porque es un individuo particular, al que no podremos abarcar con ningún diagnóstico, por más categorías diagnósticas que creemos.

Madrid, 1º de junio de 2.005

Otros artículos relacionados en : Trastorno Límite de Personalidad (TLP), Trastornos de la Personalidad

sábado, 30 de octubre de 2010

animales un amigo medicina

Zooterapia

Tratamiento delas emfermedades mentales mediante los animales.
Breve historia

El uso de mascotas como ayudantes de terapias convencionales se remonta a 1792 en Inglaterra, donde se trató enfermos mentales. Posteriormente, en 1867, los animales de compañía intervienen en el tratamiento de epilépticos en Bethel (Biefeld, Alemania). En 1944, la Cruz Roja Americana organiza, en el Centro para Convalecientes de la Fuerza Aérea de Nueva York, el primer programa terapéutico de rehabilitación de los aviadores.
[editar] Beneficios

* Empatía: la relación con el animal favorece el hecho de ponerse en situación de los demás.
* Enfoque exterior: los animales ayudan a las personas que tienen una enfermedad mental, que tienen baja autoestima, depresión, etc., a cambiar el enfoque de su ambiente, logrando que piensen y hablen de los animales, en vez de sus problemas.
* Relaciones: pueden abrir un cauce de comunicación emocionalmente seguro entre su terapeuta y el paciente.
* Aceptación: tienen una manera particular de aceptar a las personas sin calificarlas. No miran cómo luce o qué cosas dice.
* Entretenimiento: la presencia de un animal da diversión a las personas. Ideal para geriátricos.
* Socialización: estudios han demostrado que las visitas que los animales hacen a las instituciones, ofrecen mayor socialización entre las personas del lugar. Se muestran más alegres, más sociables con los demás, disminuyen la ansiedad y estrés y mejora el estado de ánimo.
* Estímulo mental: ocurre porque se incrementa la comunicación con otras personas, ayudando a la evocación de recuerdos. En instituciones con pacientes con depresión, la presencia de un animal ayuda a aclarar la atmósfera, incrementando la distracción, alegría y el juego, que disminuyen sus sentimientos de aislamiento.
* Beneficios fisiológicos: muchas personas se sienten relajadas cuando los animales están presentes y se produce una disminución de la presión sanguínea; puede existir también un fortalecimiento de los músculos y una mejora en la recuperación de enfermedades del corazón.

sábado, 23 de octubre de 2010

que es una fobia social

Una fobia social es un tipo especial de miedo. Todos tenemos miedos a cosas como las serpientes venenosas, los perros rabiosos, las infecciones, los accidentes, aunque este miedo se traduce en un comportamiento de simple cautela frente a las situaciones de peligro y además el miedo AYUDA a estar alerta en la vida cotidiana en vez de INTERFERIR en ella de forma limitante y negativa.
Hablamos de fobias cuando la intensidad con la que experimentamos el miedo frente a los distintos peligros es:

* injustificado por la objetividad del peligro
* inoportuno (no lo sentimos en el momento apropiado)
* desmesurado (sentimos más de lo que deberíamos)
* interfiere nuestra vida normal de forma innecesaria, y nos reduce nuestra capacidad de acción y goce.

Aunque algunas fobias son muy conocidas, como el miedo irracional a coger el ascensor, nadar, las ratas y cucarachas, por ejemplo, en cambio en la fobia social el miedo se centra en SITUACIONES más complejas y sorprendentes, y además altera totalmente nuestra vida ya que nos vemos obligados a vivir en sociedad (a diferencia del miedo a las serpientes que puede ser inocuo si no nos toca trabajar en un zoo)
Todos solemos experimentar incertidumbre, ansiedad e inseguridad al conocer a personas nuevas, pero una vez roto el hielo, la mayoría logra convertir esos encuentros en una experiencia agradable.
En cambio las personas con fobia social experimentan un grado de ansiedad mucho más elevado en estas situaciones.
Puede ser tanto el grado de ansiedad o vergüenza que se produzcan señales físicas delatadoras (sudor, temblor muscular y de voz, rubor, etc.) que nos hacen más vulnerables e inseguros y la situación social, en vez de convertirse en un tiempo aceptable en algo agradable se transforma en algo cada vez más desagradable, con lo que nos desanima a pasar esos malos tragos y utilizar subterfugios de evitación y control de estas penosas situaciones.
El deseo que solemos tener todos de formar parte de los grupos sociales, ser valorados y apreciados se ve gravemente disminuido, con la consiguiente baja autoestima y complejo de inferioridad.
Elementos más importantes de la fobia social:

* Preocupación por llegar a ser el centro de atención cada vez que nos encontramos con alguien.
* Temor a propósito de que alguien nos mire y observe lo que estamos haciendo.
* Temor a que nos presenten.
* Temor a propósito de comer o beber en público
* Dificultad para manejarse en comercios y relaciones administrativas
* Terror a dirigirse a un público o grupo de amigos
* Aversión a realizar llamadas telefónicas y realizar gestiones
* Dificultad para confrontarse en el trabajo o hacer reclamaciones (incluso si se tiene la razón y el derecho de hacerlo)
* Las fiestas y reuniones son una pesadilla y el comportamiento de la persona que tiene fobia social consiste en ponerse cerca de la puerta o encargarse de discretas tareas que le permitan huir de la situación.
* Tendencia a rehuir espacios cerrados donde hay gente
* Sensación de que todos nos miran y nos desvalorizan
* Temor a que nuestras intervenciones parezcan ridículas, pobres o inadecuadas. Miedo a 'quedarnos en blanco'.

Algunas personas con fobia social tienden a beber alcohol para ganar así valor y desinhibición.
La fobia social puede ser algo que -a diferencia de la fobia a las serpientes- se nos haga presente cada vez que nos vemos obligados a ser el centro de atención, o si nuestra profesión implica estar expuestos a personas desconocidas con frecuencia (vendedores, actores, músicos, maestros, etc.)
También nos podemos ver obligados a hablar en público (en la escuela, reuniones de trabajo, amigos -cuando son un grupo grande-).
Algunas fobias sociales acentúan el miedo a tratar con el otro sexo a extremos que producen graves dificultades para conseguir pareja.
El miedo no es un estado emocional inmóvil, como un estado de tristeza o alegría. Se alimenta de:

* Los estímulos temidos (estar en algún tipo de situación social que nos produce miedo)
* La anticipación (imaginar las situaciones que podrían suceder y sentir el miedo 'como si' estuvieran sucediendo los acontecimientos temidos)
* los mecanismos de evitación (aunque sea una paradoja el ALIVIO de subir por las escaleras AUMENTA el miedo a coger el ascensor de una persona con fobia al ascensor). Por lo tanto las conductas de 'precaución' como ponerse en un rincón, hablar poco, cruzar la acera, etc. hacen que sintamos MAS miedo la próxima vez.
* Los pensamientos auto-críticos (del estilo "pareceré tonto/a", "debería hablar pero no se me ocurre nada". "estoy haciendo el ridículo", "parezco torpe", "me consideran inferior", etc.).
* La falta de practica en expresión verbal (igual que la falta de ejercicio nos entumece) el expresarse DEMASIADO POCO, dificulta la facilidad y creatividad de comunicación.
* El circulo vicioso que producen las experiencias negativas: como lo hemos pasado mal una vez tememos que la siguiente será igual o peor, con lo esta creencia hace de profecía que se auto-cumple y nos induce a estar más amedrentados e ansiosos la próxima vez, con lo que de nuevo alimentamos el temor para la siguiente ocasión.
* La costumbre de 'repasar' y 'rumiar' lo sucedido: el no haber sido capaces de actuar con la soltura de los demás (el fóbico puede fijarse en la persona más popular y maravillosa para compararse con ella) nos genera desasosiego y ácida incomodidad personal, recordando cada uno de los pequeños detalles de impotencia y comportamiento penoso con la precisión de un latigazo, y de pronto aparecen iluminadas como por un foco las palabras y las cosas que DEBERÍAMOS haber dicho o hecho.
* La propaganda negativa que hacemos sobre la imagen de nuestro Yo. A base de vernos torpes, inseguros, empobrecidos, poco interesantes, etc. un numero elevado de veces, entramos en la 'secta' de los 'no valgo nada', con lo que ya ni nos atrevemos a aspirar a las cosas sanas y bonitas que los demás nos parece que sí tienen derecho a tener (amor, admiración, amistad). Esto puede influir poderosamente en nuestras decisiones (aspiraciones laborales, proyectos, el tipo de pareja que nos parece adecuada, los derechos que creemos que nos merecemos, etc.) .
* La angustia como aparición 'maldita' e 'intrusa'. Nos angustiamos por la posibilidad de sentir angustia y al percibir que nos estamos angustiando sólo por pensarlo sentimos que es una angustia incontrolable. La angustia se convierte por sí misma en el peor enemigo -más allá incluso de las situaciones que empezaron a provocar. Tenemos miedo de tener miedo, y que además ese miedo sea visible y nos delate como miedosos dignos de desprecio.

Síntomas físicos
Los síntomas de la ansiedad que aparecen en la persona que tiene fobia social cuando se expone a lo temido pueden llegar a ser el símbolo de 'lo peor' que le sucede:

* Sequedad de boca (junto a la idea de que uno se 'atrabancará', tartamudeará, toserá, no podrá hablar, etc.)
* Palpitaciones (el corazón parece correr demasiado deprisa o irregularmente y eso producir desmayos, ataques cardíacos, mareos, o algún tipo de colapso)
* Temblores de manos, pies o voz que pueden ser rápidamente observados y delatarnos como 'inferiores' o 'penosos' o 'impresentables'.
* Sudor (en las manos que luego puede que tengamos que presentar en un saludo; sudor corporal que traspasa la ropa y nos avergüenza haciendo nos aparecer como 'indeseables' o 'repugnantes')
* Rubor (angustia + sentimientos intensos de vergüenza)
* Falta de concentración (que nos haga olvidar datos que queríamos decir o desorganice el curso del pensamiento de modo que no sepamos de donde veníamos o a donde queríamos llegar)

¿Y la timidez?
La timidez es una forma atenuada de fobia social, y que habitualmente tenemos y disimulamos todos mejor o peor.
No sabemos si resultaremos competentes, valiosos o apreciables a los demás.
Muchas veces esto esta en agudo contraste con un ambiente familiar en el que hemos sido mimados y protegidos, aunque en otras ocasiones es todo lo contrario: un ambiente familiar autoritario y descalificador también produce futuros tímidos.
Nuestra forma de ser se hace en el ejercicio de relacionarse con los demás, es un resultado de ATREVERSE a ser delante de los demás, mezclándose y entrando en conflictos que uno aprende a ir solucionando sobre la marcha.
La persona tímida es cautelosa: no se arriesga a equivocarse, a ser rechazada o a resultar inadecuada, y como no practica no avanza, y espera que un día se levantará con la moral alta y resultará segura de sí misma por arte de gracia (y no pasando por los malos tragos y apuros que todos tenemos que traspasar para curarnos de complejos e inseguridades y para resultar hábiles amigos y relacione públicas).
Descubrir lo que somos realmente tiene algo de lanzarse al abismo de lo desconocido y explorar lo que resulta de ello, y esta es la forma mejor de superar la timidez.
Palabra a palabra obligarnos a nosotros mismos a enseñar LO QUE PENSAMOS pero también -y sobre todo- LO QUE SENTIMOS (como cuando decimos 'me moleta el humo que me hechas a la cara' o 'me gustaría que tomáramos el sábado un café juntos', o 'este fin de semana me apetece ir de excursión con unos amigos que hace tiempo que no veo').
A menudo superar la timidez es una cuestión de número de palabras (cambiar el 'si', 'no', 'tal vez' por frases de cinco minutos).
Dejarse ir hacia una frase que va a ser muy larga es como confiar en tu propio cerebro, en su auto-estimularse, refrescarse y entusiasmarse por una tarea intelectual (en el fondo le encanta, es lo suyo).
La persona tímida tiende a creer que no tiene mucho VALOR, o CAPACIDAD, pero la realidad no es exactamente esa (mucho grandes tímidos han sido perfectamente grande genios científicos o escritores) sino que UNO MISMO/A SE PONE ENCIMA UN PEDRUSCO, inhibiéndose con pensamientos de mal agüero tales como 'lo mio no tiene importancia' 'mis cosas aburren' 'mi interés no coincide con el de los demás' 'podría ofender, aburrir o molestar a alguien' o lindezas parecidas.
Este AUTO-SABOTAJE equivale a que estuviéramos pensando 'seguramente no caminaré recto y estéticamente, pareceré torpe y tropezaré' y como fruto de esta hipótesis tan poco constructiva REALMENTE hasta consiguiéramos andar mal y tropezar.
Nos cuesta encontrar un lugar en el mundo, EL NUESTRO, y en vez de ello caemos en el error de pretender ser OTROS.
Sería buena cosa rebelarnos de una vez por todas y determinarnos a ser espontáneos, aceptando luego con resignación el número amigos y enemigos que ello produzca (por lo menos seríamos felices NOSOTROS y NUESTROS amigos, y nuestra alegría decoraría como un adorno navideño el paisaje de los demás).
¿Un ataque de pánico de regalo?
El nivel de ansiedad puede subir a un punto crítico por encima del cual se produce un 'ataque de pánico' durante unos minutos en los que la persona le parece que pierde el mundo de vista, el equilibrio, o que pudiera enloquecer o estar muriendo de forma repentina.
Los mismos pensamientos de estar 'pillado' 'atrapado' y padeciendo algo 'horrible' actúa de incentivador y mantenedor del ataque. Las complicaciones de los ataques de pánico pueden ser que la persona desarrolle 'agorafobia' o miedo a tener ataques de pánico en situaciones donde ya se han producido o que parezcan una 'encerrona' (un espacio demasiado cerrado, demasiado abierto, demasiados estímulos o gente, estamos lejos o en una situación en la que haríamos un mal papel huyendo).
Algunas personas caen en el alcoholismo o en el consumo de hachis o cocaína o abusando de los tranquilizantes recetados por el médico como una forma de 'capear' estas dificultades sin resolverlas del modo adecuado.
¿Cómo afecta nuestras vidas la fobia social?
Nos empobrece reduciendo a la mitad nuestra vida social, nuestras posibilidades de ocio y progreso profesional.
La frustración que todo ello implica puede reflejarse indirectamente en forma de desánimo general (a veces es causa de caer en un depresión tras un larga etapa vital de sufrimiento) e irritación descontrolada con el circulo familiar íntimo.
Las relaciones que exigen iniciativa, sostén y aportación por nuestra parte se pueden llegar a ver gravemente resentidas y romperse.
Elimina aquellos oportunidades que suelen provenir de la actividad social (hacer amigos en el colegio o en el trabajo, participar en las equipos, promocionarse en el trabajo, etc.) . Puede ocurrirle a un fóbico social que rechace un buen trabajo solamente por el miedo que tiene a las nuevas responsabilidades, especialmente si tiene que tratar con muchas personas y hacer reuniones.
¿Soy un bicho raro?
De 1-2 por mil de los hombre y 2-3 por mil de las mujeres padecen fobia social. Es una dificultad que se conoce bien, tanto el porqué se produce como el modo en el que puede tratarse.
¿Tiene solución?
No es imposible adquirir estas dos capacidad que resolverían el problema:

1. las habilidades expresivas, sociales y de trato que no hayamos podido adquirir en el curso de nuestro aprendizaje por razones de modelos familiares imperfectos, inadecuada intervención escolar o por las dificultades emocionales que hayan interferido.
2. La habilidad de controlar el miedo irracional mediante distintas estrategias de enfrentamiento, control emocional e información psicoterapéutica especializada.

Una ayuda farmacológica puede ser aceptable como un medio de atemperar las dificultades iniciales, especialmente si el nivel de ansiedad produce severos síntomas incapacitantes como intensas taquicardias o ataques de pánico, insomnio y depresión.
¿Puedo solucionarlo por mí mismo/a?

* Algunas lecturas de libros de autoayuda que tratan las fobias de una forma sencilla nos pertrecharán con una mayor comprensión del problema.
* La práctica de la relajación, yoga, y/o ejercicio para bajar el nivel general de ansiedad.
* Ejercicios prácticos de expresión:
o lectura en voz alta del periódico utilizando un tono de voz alto y que tenga contenido emocional;
o grabar un pequeño ejercicio de unos 10 minutos (5 veces a la semana) en el que contemos como si estuviéramos delante de un grupo de personas un asunto que hemos leído, visto en televisión, escuchado en la radio o hemos oído o pensado. El tema ha de ser diferente cada vez. Contra más exagerado es el tono expresando disgusto, placer, admiración, guasa, etc. más efectivo es el ejercicio. No olvidar al final añadir nuestra opinión sobre el asunto. Procurar conforme pasa el tiempo aumentar la longitud de las frases.
* Preparar el terreno hablando en primer lugar en las situaciones mas fáciles (familiares de confianza, vecinos, compañeros de trabajo) introduciendo elementos que impliquen humor, comentarios personales y opiniones atrevidas.
* Procurar adquirir compromisos tales como acudir a las reuniones de vecinos, religiosas o de trabajo, eventos sociales, etc. aunque nuestro papel al principio fuera modesto, pero logrando al menos familiarizarnos más con la situación grupal.
* Hacernos un plan de EXPOSICIÓN gradual a las distintas situaciones sociales que nos agobian intentando hacer progresos pequeños pero continuados.
* Suprimir las conductas anticipatorias que tanta ansiedad inducen al adelantar con los ojos de la imaginación mil situaciones agobiantes, humillantes y desagradables. Es mucho mejor no pensar y si tuviéramos que pasar por una situación temida, por ejemplo una boda, no sufrir hasta el momento en el que comience el banquete (y a ser posible tampoco en medio).
* Tampoco conviene hurgar en la herida más de la cuenta, haciendo agoreras y cínicas disquisiciones de nuestro papel en el mundo. Es mejor concentrarse más en progresar que en criticarse a uno mismo.
* Conviene facilitar el aproximamiento a los distintos ambientes estando al menos al día de las inquietudes y afanes por las que los humanos nos unimos en amistad (preocupaciones sociales, conocer la música actual, el deporte o las modas, procurando si cabe estar en un buen nivel como para poder más adelante tener algo que aportar).
* Preocuparse por saber lo que la mayoría sabe (por ejemplo saber hacer una barbacoa, bailar, conocer los procedimientos administrativos, desenvolverse en un restaurante, etc.)
* Disponer también de una personalidad propia (unos gustos, unas ideas conocidas, unas intereses, etc.) que pueda hacer atrayente y productiva nuestra incorporación en los grupos.
* En los momentos de hablar en público no estar mirando con lupa nuestras sensaciones físicas perturbadoras sino los ojos de los interlocutores, y mirándolos comenzar a hablar LENTO y DETALLADO en vez de rápido y comprimido tal como el "salir rápido" del apuro nos pediría.
* Hacer maniobras de preferencia, tales como sentarnos en el sitio de la mesa que más nos gusta y al lado de la persona que nos cae mejor o en el medio (en vez de sentarnos en el rincón más alejado y junto a la persona que menos nos gusta).
* Si notamos que la voz nos tiembla, en vez de ultimar proseguir hasta que el efecto desaparezca, haciendo que el temblor inicial quede olvidado por un final aceptable o por la simple voluntad de expresarse.
* No exigirse a uno mismo el imperativo más bien contraproducente de pretender ser inteligentes para los demás sino que en vez de RENDIR debemos cambiar la misión a PARTICIPAR.
* Algunos fóbicos sociales han utilizado técnicas de INUNDACIÓN como aceptar un trabajo de cara al público, o presentarse voluntarios en una asociación para obligarse así a 'pasar por el tubo' y superar los problemas de una vez. Este método de 'sacar la muela a mano' no funciona siempre y puede ser una apuesta que sobrepase muestras verdaderas fuerzas.
* Si nos sentimos preparados por haber avanzado en los puntos anteriores nos podemos atrever a llevar a cabo alguna actividad mas eficaz tal como apuntarnos a una asociación, un curso de expresión corporal, un taller de habilidades sociales (en el que mediante juegos didácticos, simulación de situaciones y ensayo de nuevos comportamientos, y en un ambiente de personas con similares dificultades a las nuestras podemos quemar etapas) o aceptar un trabajo que sabemos que nos pondrá a prueba.
* Sería algo bueno de cara a superar los miedos el reflexionar más allá de lo mal que nos sentimos lo que hay de realidad en los supuestos peligros (miedo al rechazo, a que no nos valoren o a no resultar interesantes y dignos de amor que posiblemente provienen de algunos factores educativos mal aprendidos -o enseñados cabría decir-.

¿Y si no puedo?
Es el momento de acudir a un profesional. Existen distintas psicoterapias exitosas contra la fobia social, siendo un problema clínico relativamente sencillo de solucionar comparado con otros trastornos mentales mayores.
A veces la verdadera dificultad es el orgullo o la cicatería lo que nos impide reconocer que tenemos un grave problema y acudir a un profesional competente.

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