La personalidad es un conjunto de rasgos distintivos, estilos y patrones de comportamiento que conforman el carácter individual. También la manera de percibir el mundo, las actitudes, los pensamientos y los sentimientos constituyen elementos integrantes de la personalidad.
Un trastorno de personalidad en general se caracteriza por ser un patrón de relación, percepción, comportamiento y pensamiento permanente e inflexible lo suficientemente serio como para causar angustia así como para impedir que quien lo padece se relacione plenamente con el entorno. Generalmente se manifiesta en la adolescencia o bien al principio de la edad adulta. El trastorno se mantiene estable a lo largo del tiempo, por lo que comporta malestar y perjuicios para el sujeto.
Las personas con un trastorno de la personalidad (TP) tienen grandes dificultades para aceptar y adaptarse a las tensiones normales que genera la vida cotidiana. Tienden a ser inflexibles, rígidas e incapaces de responder a los cambios y demandas diarias.
La clasificación más actual que hace el DSM contempla un total de 10 TP diferentes divididos en tres grupos o cluster:
A: Paranoico, esquizoide, esquizotípico
B: Histriónico, narcisista, antisocial y límite
C: Obsesivo compulsivo, dependiente, por evitación
A lo largo de la historia de la psiquiatría los TP han sido los grandes marginados a la hora de intervenir terapéuticamente porque se partía de la base de que eran rasgos inmodificables y de que había que tratar sólo los síntomas puntuales. Incluso se ha negado que fuesen patologías o trastornos mentales.
Afortunadamente esta concepción está cambiando de forma evidente sobre todo a partir de las décadas 80-90 cuando empezaron a publicarse los primeros manuales monográficos de tratamiento de los TP ( Kernberg, Gunderson, M. Linehan)
Existen varias razones por las cuales pensamos que hay tomar a los TP como un problema de salud pública y dedicar los esfuerzos necesarios para abordarlos:
1. Frecuencia
Los trastornos de personalidad en general afectan entre un 5-10% de la población y suponen un tercio de los pacientes ingresados pero sólo uno de cada tres llega a ser realmente diagnosticado. Solamente el TLP es el doble de frecuente que la esquizofrenia
2. Gravedad
Muchos de los TP son trastornos graves de tipo crónico que suponen un enorme sufrimiento y desgaste tanto para los afectados como para las personas que conviven con ellos. Suponen riesgo de suicidios, toxicomanías, delincuencia, marginalidad, absentismo laboral, conflictos intra familiares, y un gasto público considerable de tipo sanitario debido a las continuas crisis y recaídas fruto de una atención insuficiente.
3. Asistencia insuficiente
Hoy por hoy en España la asistencia terapéutica adecuada y cobertura ( tanto pública como privada ) a diversos niveles para afectados por el TLP y otros trastornos graves de Personalidad y para familiares o personas encargados de ellos es insuficiente. Habitualmente son discriminados de programas de atención social o sanitaria por su dificultad y conflictividad. No existen los recursos humanos formados para abordar esta problemática. Estos pacientes llevan trayectorias de años deambulando por clínicas y hospitales en donde suelen ser la "patata caliente".
4. Buenas posibilidades de mejora
Bajo una plan terapéutico adecuado y un tratamiento farmacológico orientado individualmente se pueden conseguir mejoras apreciables en estos pacientes.
5. Más motivación para los profesionales
Trabajar con estos pacientes puede llegar a suponer un gran estrés y no pocas frustraciones. Es necesario mejorar la formación teórica y práctica cualificadas y facilitar el apoyo y supervisión para estos profesionales.
6. Más material didáctico e informativo
No existe apenas literatura monográfica actual sobre el TLP y otros TP en castellano. Hay que fomentar las traducciones y publicación de nuevos textos tanto para profesionales como libros de autoayuda para los propios afectados y familiares; dichos textos se consiguen hoy sólo en inglés.
7. Ahorro en el sistema sanitario
Los costes que supone un tratamiento cualificado son siempre menores que los costes a largo plazo que paga la sociedad por las consecuencias de una asistencia deficiente.
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